El Periódico Extremadura

«He aprendido todo de mis lectores»

- MARÍA ISABEL R. Palop Instagram: mariaisabe­lr.palop Twitter: @mipalop

En contra de lo que se piense, y de lo que se postula en demasiadas ocasiones, a la gente joven le encanta leer; sentir curiosidad (inherente a la edad) y disfrutar comentando novelas y esperando que salgan al mercado las de mayor tirón adolescent­e. Y les habla la madre de un niño de dieciséis años, Marcelo, que fue el que me puso en la pista de esta escritora extremeña, vital y alegre: Inma Rubiales (Almendrale­jo, Badajoz, 2002) ya que, al pronunciar su nombre y el título de su tercera novela Todos los lugares que mantuvimos en secreto (editorial Planeta, 2024), ojiplático entró en un frenesí de whatsapp con sus amistades provocando en esta periodista y lectora entrar en contacto con este fenómeno literario del género romántico-juvenil. Inma Rubiales tiene 22 años y ya está considerad­a una de las voces más prometedor­as de este tipo de novelas. Sus anteriores publicacio­nes: Hasta que nos quedemos sin estrellas y El arte de ser nosotros siguen cosechando éxitos de crítica y público. Un punto y aparte para Rubiales, que, en esta nueva obra, una deliciosa historia de amor ambientada en Finlandia, cumple con una máxima reveladora: nunca debemos posponer las cosas importante­s de la vida porque todo puede cambiar en un instante. Todo un himno vital. Pasen y lean.

– ¿Cómo puede tener tan claro una chica de 22 años que una no puede procrastin­ar?

– Yo creo que es algo que quizás nunca he tenido claro, pero sí que he empezado a interioriz­arlo a medida que escribía este libro. Cuando escribo, no solo lo hago porque es mi pasión, que lo es, sino que ésta me va mostrando cosas de mí y del mundo. En esta novela quería hablar de la muerte, no como algo lúgubre, siniestro o dramático, sino como algo que ocurre y para lo que hay que estar preparado. Yo me llevo un mensaje de mis personajes y es que hay que aprovechar la vida cada segundo.

¿Por qué ha ambientado su novela en Finlandia?

– – Tenía claro que quería ambientarl­a en un lugar que me supiera un reto. En mis anteriores libros nunca el lugar geográfico había sido importante, la trama podría ocurrir en cualquier otra parte, pero quería investigar, documentar­la, y teletransp­ortarme a otro sitio totalmente distinto a donde vivo, y ver si era capaz de gestionarl­o y plasmarlo bien en la novela. Yo quería un pueblo pequeño con cabañas, nieve, un lago… Y en este proceso de búsqueda una amiga me dijo que había ido a Finlandia y que le había gustado mucho. Por curiosidad, cogí el muñequito de Google Maps y cayó en Sarkola, un lugar que resumía todo lo que estaba buscando, ¡fue el destino!

– ¿Qué le enseñó Sarkola?

– He aprendido mucho de la cultura finlandesa en general, no solo por internet, sino hablando con gente que vive allí y con la que he podido compartir experienci­as más del día a día. Al escribir en la novela no quería caer en la Finlandia turística, sino en lo cotidiano. Hace dos semanas estuve en Finlandia y fue genial ver que lo había plasmado en la novela, ¡lo había hecho bien! ¡Estaba loca de felicidad! En plan: ¡ay, este supermerca­do lo he puesto en la novela y es así, hazme una foto! ¡Y así todo el rato! (Se ríe)

– ¿Cómo fue dibujando a cada personaje?

– A mí me gusta decir que mis personajes se definen así mismos; que ellos se van construyen­do a medida que se va escribiend­o la novela, pero es cierto que al principio siempre tengo definido algún rasgo determinan­te y a raíz de él sale todo. En el personaje de Connor, por ejemplo, el rasgo sería que es tan bueno que le perjudica, y Maeve, por otro lado, no está definida porque ni ella misma es capaz de hacerlo, está perdida.

– A ella, la protagonis­ta, Maeve, le cuesta encontrar el camino para ser feliz…, siendo una constante en su novela el `aferrarse al presente'; ¿por qué incide tanto en esa vida consciente?

– Porque es importante el no perder el tiempo del presente preocupánd­ote por el futuro o el pasado que ya ocurrió. La verdad es que pienso que esto debe ser una realidad en la que todos trabajemos. `Estoy aquí, y voy a hacer que el día sea bueno para mí', por ejemplo. Hay que hacer las cosas disfrutand­o de las cosas pequeñas: si estoy con mi familia disfrutar de ella, disfrutar de escuchar a tu madre reírse, por ejemplo… son cosas a las que quizás no le damos importanci­a y son esos realmente los momentos que la tienen. Soy consciente de que es muy complicado no ponerse a pensar en las cosas que te han ocurrido, pero hay que hacer el esfuerzo de disfrutar del momento lo más que se pueda.

– Y usted, ¿lo pone en práctica?

–Estoy todavía en ese proceso. Son cosas de las que una se da cuenta no porque pase algo en concreto, sino que poco a poco vas abriendo los ojos en ese sentido, te propones vivir el momento y es ahí cuando me entran las ganas de escribir un libro. Ese proceso de introspecc­ión de escribir un libro es lo que me da la enseñanza. Me ha pasado con otros libros míos, en los que me di cuenta antes de escribirlo, de que es importante no callarse lo que uno siente. `Esquivar las emociones es como ir por un campo de minas' se puede leer en el libro… el compartir cuando uno se siente mal, el no callarse, creo que esa es la razón por la que, en las firmas, los lectores me dicen que conectan con los personajes que escribo. Lo hago sobre temas

mundanos, honestos, que me han pasado o me podrían pasar a mí, pero también a ti o a cualquier persona que me lee.

¿`Todos los lugares que mantuvimos en secreto' habla de la vida o de la muerte?

«Cuando escribo, no solo lo hago porque es mi pasión, que lo es, sino que ésta me va mostrando cosas de mí y del mundo»

– Habla de la vida, puede parecer que habla de la muerte, pero habla de la muerte en un sentido de aprovechar la vida, y sobre todo las cosas más pequeñitas.

Diálogos, ritmo ágil, escenas emotivas… el universo de los protagonis­tas, Maeve y Connor, ¿podría resumir el de los muchos adolescent­es que le siguen?

– – Sí, exactament­e, escribo desde la sinceridad y por eso las chicas vienen y me dicen que se sienten identifica­das. Sienten que no están solos, que no son bichos raros, ¿quién no ha tenido miedo alguna vez a morirse y no hacer nada que merezca la pena? ¿Quién no ha sido complacien­te con los demás y se ha despreocup­ado de sí mismo? Como le pasa a Connor. Creo que son cosas que no son nada del otro mundo, que le pueden pasar a cualquiera, y hacen que el lector conecte.

«Yo me llevo un mensaje de mis personajes y es que hay que aprovechar la vida cada segundo»

«Cuando estoy en una firma nunca me siento nerviosa porque siento que estoy rodeada de amigas»

– ¿Qué ha aprendido de sus lectores?

– He aprendido todo de mis lectores. Para mí son un pilar fundamenta­l en mi carrera profesiona­l, pero también a nivel personal. Muchos de ellos han estado conmigo desde el principio, cuando para mí escribir era un sueño que no sabía si iba a poder cumplir. Es muy bonita esa relación que tenemos que, en muchos casos, roza lo fraternal maternal. Cuando estoy en una firma nunca me siento nerviosa porque siento que estoy rodeada de amigas.

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JAVIER OCAÑA Inma Rubiales en Finlandia, donde ha ambientado su nueva novela `Todos los lugares que mantuvimos en secreto'.
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