El Periódico Extremadura

Prohíban los móviles a menores de edad

La clave de este asunto es que un menor no puede estar expuesto a imágenes la mayor parte del tiempo que está despierto. Bien es cierto que un adulto tampoco debería, pero los adultos son responsabl­es de sí mismos

- ENRIQUE Pérez Romero * * Doctor en Comunicaci­ón Audiovisua­l

El 1 de febrero, Mark Zuckerberg, propietari­o y responsabl­e de Meta (Instagram, Facebook, WhatsApp), no solo tuvo que comparecer en la Comisión de Asuntos Judiciales del Senado de Estados Unidos. También tuvo que disculpars­e ante familias de menores con vidas arrasadas por las herramient­as que él gestiona.

Fue a petición —más bien exigencia— del senador republican­o Josh Hawley («¿Le gustaría disculpars­e ante estas buenas gentes?»). Allí estaban, familiares de menores que se habían suicidado, padecido trastornos de ansiedad, alimentaci­ón o depresión. El dueño de Meta se giró, les miró con gesto sombrío y dijo: «Nadie debería haber pasado por lo que sus familias han pasado».

Las redes sociales son solo la punta del iceberg de lo que significa que los menores tengan en sus manos, con total libertad, un dispositiv­o «inteligent­e». Yo siempre digo que un «smartphone» es un arma y que nadie le daría un arma a un niño. Me temo que la sociedad está todavía lejos de comprender­lo. Ojalá no hagan falta traumas colectivos para ello.

Hay quien dice que la tecnología es neutra y que solo depende del uso. No es cierto. Un coche que alcanza los 200 kilómetros por hora no lo puede conducir un niño, lo use como lo use, porque tiene el potencial de ser un arma letal

Ante los abrumadore­s datos que arrojan las estadístic­as oficiales —después sintetizar­é algunos—, se han puesto en marcha iniciativa­s que van en la buena dirección pero que solo son maquillaje.

Algo que era incomprens­ible, que los chavales pudieran tener móviles en las aulas, parece que está empezando a considerar­se como lo que es: un disparate. A finales de año el Gobierno

hablaba de «restringir» su uso. Supongo que se tardará tiempo en que sea efectivo en toda la España de las doce taifas.

Justo al comenzar el año se supo también que el Gobierno quería regular mediante ley el acceso a internet para que los menores no pudieran llegar a la pornografí­a. Habrá incluso quien se eche las manos a la cabeza y se pregunte, «Ah, pero, ¿antes podían?». Sí, los menores hoy pueden acceder libremente a cualquier tipo de pornografí­a en internet. De pornografí­a y de cualquier cosa. Cualquiera.

El uso del móvil en las aulas cubre solo una pequeña parte del tiempo en que los menores están en contacto con él, y la pornografí­a es solo una de las amenazas —quizá no la más grave— a la que se enfrentan solos en la selva de internet, abandonado­s allí por quienes deberían protegerle­s (padres, educadores, el Estado).

El suicidio es la principal causa de muerte en España entre 15 y 29 años y aumentó un 57% en 2021 en menores de 15; el suicidio de una niña británica de 14 años en octubre de 2022 llevó a que un tribunal apuntara directamen­te a los contenidos de Instagram y Pinterest como correspons­ables de la muerte, y en ese mismo país, en noviembre pasado, se tuvo que bloquear una web que vendía veneno destinado al suicidio que habían comprado al menos 64 personas.

En diciembre pasado supimos que las agresiones sexuales en grupo habían crecido un 40% en seis años, y que casi el 10% de los delitos eran cometidos por menores de entre 14 y 17 años. En junio de 2023 se publicó el primer estudio en España (en la «Internatio­nal Journal of Mental Health and Addiction») que relacionab­a directamen­te el uso de redes sociales —singularme­nte Instagram— con los trastornos de conducta alimentari­a, que la semana pasada supimos (Centro Maradam, Madrid) que comienzan ya entre los 8 y los 10 años. Ni es solo la pornografí­a ni de nada sirve restringir o prohibir el uso en las aulas. Un teléfono móvil con acceso libre a internet no es un juguete. No es una herramient­a para un niño.

Hay quien dice que la tecnología es neutra y que solo depende del uso. No es cierto. Un coche que alcanza los 200 kilómetros por hora no lo puede conducir un niño, lo use como lo use, porque tiene el potencial de ser un arma letal. La única diferencia es que la sociedad aún no se ha hecho consciente de que los teléfonos móviles también pueden serlo.

La clave de este asunto es que un menor no puede estar expuesto a imágenes la mayor parte del tiempo que está despierto. Bien es cierto que un adulto tampoco debería, pero los adultos son responsabl­es de sí mismos.

Protejamos a los menores de las imágenes y recuperémo­slos a la palabra. Hablemos con ellos, no dejemos que lo haga la selva de internet por nosotros. Prohibamos el uso de «smartphone­s» a menores de edad. Frenemos antes del choque.

Ante los abrumadore­s datos que arrojan las estadístic­as oficiales se han puesto en marcha iniciativa­s que van en la buena dirección

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