Cosas normales
Con motivo de sus problemas de salud, han salido a la luz ciertas excentricidades del rey Carlos de Inglaterra. Así ha trascendido que al monarca le tienen que planchar el pijama a diario, que viaja con distintos tarros de miel para el desayuno, exige que la ducha esté a una temperatura determinada, el tapón del baño dispuesto de un modo concreto, la toalla colocada del mismo modo para secarse cómodamente, la bañera llena a 18 centímetros, el ambiente a a 20 grados y, ¡pásmense ustedes!, el cepillo de dientes con la pasta extendida 2,5 centímetros, que qué desperdicio de dentífrico.
De todos estos detalles cabe colegir que su servicio es bastante cotilla y que hay cierta duda sobre si prefiere el baño a la ducha, que en eso mis fuentes no se han aclarado. La revista, que ha considerado semejantes revelaciones relevantes, estima que su majestad es un maniático porque además siempre pide dos ciruelas para desayunar y devuelve una e insiste en que los huevos se los cuezan a una temperatura exacta. Un rarito, vaya, que hace cosas raras y nadie todavía se ha acostumbrado a ellas.
No como los españoles que nos estamos acostumbrando a todo, y no precisamente en relación con la familia real, por fortuna, que está resultando ser de lo más normalita y por ello bastante aburrida pese a los bulos que no cuajan y se estrellan ante la ejemplaridad de una conducta ejemplar.
No, los españoles nos tenemos que acostumbrar, sobre todo los extremeños, pero ya llegará a toda la geografía patria, no sufran, por ejemplo, a que los trenes se quemen. Pues ¡qué hay de raro en ver arder un tren en Cañaveral, que no me negarán que tiene algo de poético, trágico e inevitable, con toda la épica que ello encierra! ¡Y qué tiene de raro un ministro faltón que, en lugar de trabajar porque estas catástrofes no ocurran, se dedica a insultar en redes a la oposición y a decirnos que nos acostumbremos a estas minucias! No exageremos, que tampoco ha tomado la lira para declamar, como Nerón, y también es justo reconocer que el tren no lo ha quemado él.