Tres juzgados de Badajoz y Sevilla investigan a Laboratorios Larrasa
A José Larrasa se le imputan delitos de falsedad, estafa e insolvencia punible La demanda más llamativa procede de una banco de inversiones de Canadá
Al extremeño José Larrasa le llueven las demandas. Su sueño de situar a Extremadura en la élite del genoma humano desde la localidad pacense de La Albuera se han convertido en una pesadilla. Tres juzgados de Badajoz (dos) y Sevilla investigan al dueño de Laboratorios Larrasa por delitos como organización criminal, falsedad de documentación, estafa, insolvencia punible y falseamiento; y sus acreedores le reclaman 120 millones de euros.
La última y más llamativa procede de un banco de inversiones canadiense (Eureka Corporate), contratado para una financiación de 115 millones. Ese dinero, según relató hace unos días la web de El Confidencial, serviría para amortizar los 100 millones que en 2009 le concedió el fondo británico Pemberton para el plan de negocios de la empresa Larrasa, ubicada en La Albuera.
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UN EMPRENDEDOR DE LA UEX La historia emprendedora de este veterinario se remonta a 2007, pero se centró en el genotipado animal, principalmente el cerdo ibérico, para despuntar en 2018 instalándose en el polígono de La Albuera y ubicar la industria de biotecnología más puntera en la investigación internacional del genoma humano. En aquel momento, su gran hito se centró en la secuenciación completa de genoma humano con tecnología NGS NOvaSeq 6000.
Esta tecnología permitía secuenciar cada 24 horas y, según explicó en su momento Larrasa,
con ella se convirtió en la primera empresa española que logra algo similar gracias a que es lo último en tecnología genómica, que en ese momento solo tenía este laboratorio y uno de los pocos en Europa.
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UN LABORATORIO FAMILIAR Al concluir Larrasa (Jerez de los Caballeros, 1973), licenciado en Veterinaria de la Universidad de Extremadura (UEx), el doctorado en Patología Infecciosa, decidió montar una empresa e iniciarse en la investigación. Para ello, compró todo lo necesario y empezó solo en un local familiar. Después se unió su primo, también veterinario. Trabajaban sin cobrar. Su primer salario no llegó hasta 2003 y consistió en 300 euros. En 2007, y gracias a los créditos ICO, pudieron montar el primer laboratorio y trasladarse al edificio del polígono industrial de La Albuera. «Somos una empresa más o menos familiar», declaró a el Periódico Extremadura en 2013.
Pero la ambición llevó a José Larrasa a poner sus objetivos en Brasil y buscó un socio minoritario para financiar su crecimiento internacional, Pemberton Asset Management, que en estos momentos le reclama el dinero que le prestó hace 15 años.
Ahora, 21 años después, la zozobra, el desasosiego y la justicia empantanan la vida empresarial y personal de José Larrasa.
El veterinario extremeño montó su empresa en el polígono industrial de La Albuera