La tierra de la Serrana, el Emperador y Jariza

Pocas leyendas son tan conocida en el norte cacereño como la de la misteriosa y ancestral Serrana de la Vera, en la Sierra de Tormantos, «un ser mítico y sobrenatural al que se ha querido humanizar dándole nombre, pasado y motivos», escribe Israel J. Espino. Las versiones más literarias recogen que fue una joven que sufrió un desengaño amoroso y se retiró a la montaña, donde seducía a los incautos para yacer con ellos y matarlos en su cueva. En realidad existe la oquedad, la fuente en la que cuentan que bebía, el puente en el que abordaba a los viajeros, y hasta la enorme huella que, afirman, dejó en la piedra

Pero La Vera tiene otras muchas historias, como la de `La infanta Jariza y los anillos mágicos'. Del castillo de Jarifa, construido en el año 725, aún quedan restos donde se ubica el ayuntamiento. Creen que allí habitaba esta mujer, hechizada, obligada a proteger durante la eternidad un talismán con poderes mágicos, que numerosas personas habrían buscado hasta perder la cordura.

Y en Yuste se ubica `El monasterio de las apariciones reales', en alusión a los hechos extraordinarios que sostienen que rodearon la muerte de Carlos V, como la aparición de la `Dama blanca de los Habsburgo' o el `Pájaro de la muerte'.

No podía faltar la Chorrera del Diablo, en las afueras de Villanueva de la Vera, en plena Garganta de Gualtaminos (`río que no se seca'), rodeada de enebros y madroños, con sus `marmitas de gigante'. El lugar habría sido ocupado por una aldea cuyos habitantes hicieron un pacto con el demonio que no cumplieron, y desde entonces existe esta cascada a veces tomentosa. Los moradores fundarían una nueva población: Villanueva de la Vera.

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