Una mitología singular
Impresionante la riqueza de esta tierra en personajes, mitos y leyendas. Como la `Jáncana Lenguaratúa', un ser mitológico que habitaría las cuevas de Las Hurdes Altas con poderes de encantamiento para seducir a los pastores: a veces como una bella joven, a veces como una serpiente que podía enroscarse hasta siete veces en el cuerpo de un infeliz, a veces como una figura de tres ojos, faz arrugada y vestidos harapientos. Se dice que las Jáncanas salen cada cien años. La última vez en Riomalo de Arriba, donde habría dado un susto de muerte a un pastor. Los mayores aún repiten eso de que «por culpa de la Jáncana Lenguaratua / no conocen los cristianos la virtus de la rúa».
Luego está el `Macho Lanú', «un ser de apariencia híbrida con cuerpo de carnero y rostro humano y deforme, que se alza de forma bípeda sobre sus pezuñas y habla con voz del averno», detalla Israel J. Espino. Habría sido visto en el valle del Malvellido «y no solo en tiempos antiguos». Cuentan que Jesús el tamborilero lo sorprendió en su huerto de La Fragosa y huyó despavorido, al igual que Amador o el tío Eusebio, cuando pasaba cerca del Chorro del Gasco.
Otro personaje sería `La Serena del Hoyón', que viviría en una cueva sumergida en el arroyo de Casas Aceña, a su paso por Caminomorisco, y que un buen día convirtió el cauce en río torrencial para arrasar todo a su paso. Y el `Cura Lobo', aquel que por la ambición de cazar una presa dejó una misa a medias y quedó maldito, transformado en una auténtica fiera, historia que dio nombre al Puerto del Gamo, en Casar de Palomero.