El acueducto del amor, entre bestias

«Miedo debía dar vivir en Extremadura en los no tan lejanos tiempos en que las bestias fantásticas campaban a sus anchas por nuestras tierras». Algunas de ellas, dice Israel J. Espino, se sitúan en la comarca de TrasierraTierras de Granadilla, por ejemplo el Escornau, un engendro de caballo, jabalí y toro, con un gran cuerno de extremo retorcido, con el que gustaba ensartar y matar sobre todo a las mujeres.

Cuentan que un día, cuando iba a embestir a una procesión de damas de la Cofradía del Rosario, se estampó contra una roca, llamada desde entonces el Canchu la Sangri, en el que muchos siguen viendo pigmentaciones rojizas. Su cuerno se utilizaría para remediar enfermedades y males de la cabeza, hasta que un obispo optó por hacerlo desaparecer en el siglo XIX.

Otro monstruo era el Drago, que daría nombre al `Horno del

Drago', una caverna medio oculta cerca de la Sierra de Santa Cruz (o de Dios Padre). Su voracidad le hizo comerse a todos sus habitantes de la zona, y más allá...

Ya en Santibáñez el Bajo está el `Pozo del Encanto Mancebo', entre zarzas e higueras. Desvelan que de él emergía un rico príncipe en el amanecer del Día de San Juan, que se casaría con la joven que lograra ovillar todos sus cabellos antes de la salida del sol. Pero morirían las mozas que lo intentaran y no lo lograran. Y hasta hablan de calaveras halladas cerca de la fuente.

Otra historia, la del `Acueducto del Amor', relata como el cadí de Las Hurdes se enamoró de la hija del gobernador cristiano de la Villa de Granada (Granadilla), y cómo comenzó a construir un acueducto para abastecer a este municipio con las aguas de la fuente de la Helechosa, para convencer al padre que le diera la mano de la hija. Pero la muerte por pena de la joven acabó con este propósito, dando lugar a la leyenda. Hay incluso quien afirman que existen restos pétreos e incompletos entre la maleza.