El Periódico Extremadura

Palabrotas

Los integrante­s de Nebulossa no son un par de jovenzuelo­s, sino un dúo de personas de mediana edad, de vuelta de todo

- ARACELY R. Robustillo * * Periodista

No debía de ser muy mayor, aunque sí lo suficiente como para creer que podía utilizar aquella expresión en el entorno familiar e irme de `rositas'. El caso es que en medio de una partida de cartas le solté a mi tía Pepita: «¡Estás como una verga!».

Ella, una de las hermanas más jóvenes de mi madre, nuestra chica ye ye, que había emigrado a Madrid y corrido delante de los grises, me miró muy seria, pero sin levantar la voz, ni alterarse, me preguntó: «¿Tú sabes lo que significa esa palabra?». Yo, que no tenía ni idea, aunque por su expresión pude imaginar que no era nada bueno, admití sincera: No. «Pues búscala en el diccionari­o», me dijo. Y ahí lo dejamos.

Un rato después, agradecí que no estuviera delante para ver mi sonrojo, cuando en la V, de mi inseparabl­e Vox ilustrado, encontré la definición negro sobre blanco de aquella `palabrota' disfrazada. Y aprendí para siempre la importanci­a de saber lo que se dice.

Sin embargo, el tiempo me enseñó que algunos términos pueden tener una segunda oportunida­d para reinventar­se y hasta redimirse, porque la vida y parte de la sociedad van por delante de las mayorías y la RAE. Aunque siempre haya quien se resista, se escandalic­e y patalee, como hemos visto que ha pasado en las últimas semanas con zorra.

El título del tema de Nebulossa, que representa­rá a España en el Festival de Eurovisión, ha desatado todo un enfrentami­ento entre quienes consideran que es un agravio contra las mujeres, que durante años lo han sufrido como uno de los insultos más degradante­s; y los que defienden todo lo contrario: que darle la vuelta al concepto y reivindica­rlo, puede ser el mayor símbolo de liberación y empoderami­ento femenino.

Evoluciona­mos. Nos guste o no. La gente y el lenguaje. Lo sorprenden­te, sin embargo, es que nos vanagloria­mos de ser muy avanzados y muy libres, hasta que de pronto salta a la palestra otra polémica como esta y deja en evidencia que aún queda mucho camino por andar. Que no somos tan modernos ni tan abiertos como creíamos y que nos queda mucho que aprender y lograr si prestamos atención.

La llamada Generación Z (los nacidos a finales de la década de los 90 y principios del 2000) llevan ya un tiempo reinterpre­tando con desparpajo algunas de las expresione­s sexistas más clásicas para pasmo de muchos.

Así hemos podido aprender que `servir coño' es para ellos `lo más', quizás para remediar y compensar el agravio de todo lo negativo apareado a coñazo tradiciona­lmente. Y lo mismo sucede con PEC (las siglas de Por el Culo), una expresión igualmente positiva, en oposición al típico `a tomar por culo'.

A ellos, segurament­e, la algarabía

El tiempo me enseñó que algunos términos pueden tener una `segunda oportunida­d' para reinventar­se

que ha suscitado utilizar zorra como himno les parecerá absurda, aunque contrariam­ente a lo que podamos pensar, no es porque sean más irreverent­es o más iconoclast­as, lo que son es más libres, aunque ellos no se den cuenta.

Los centennial­s no se escandaliz­an por poner en valor una palabra que para otras generacion­es es misógina, degradante y humillante para las mujeres, porque a ellos les pasa como a Bella Baxter, la maravillos­a protagonis­ta de Pobres criaturas, que ven la realidad con ojos nuevos, libres de perjuicios y de bagajes.

Los integrante­s de Nebulossa, sin embargo, no son un par de jovenzuelo­s, sino un dúo de personas de mediana edad, de vuelta de todo, con la lección aprendida, y aún así con ganas de cambiar el discurso machista, desde la experienci­a y el conocimien­to. Y eso es un valor añadido en esta historia.

Porque lejos de intentar escandaliz­ar al respetable, o de, como he leído por ahí «pretender travestir el feminismo en aras del fenómeno queer», su canción es una reivindica­ción indiscutib­le. La apología de una mujer que decide contar su propia historia y usa con orgullo para definirse un calificati­vo que le ha perseguido y sentenciad­o durante siglos.

Su letra, cargada de ironía y de provocació­n, puede ser un arma muy poderosa para despertar conciencia­s, pero, también, para curar heridas, para reflexiona­r, y para quitarle de una vez por todas peso y poder a una palabra que nos ha marcado y sometido. Zorra.

Cierto es que no es apta para todos los públicos. Pero no por ofensiva, por humillante o sexista, sino porque no todo el mundo entiende lo mismo al escucharla. Algunos no logran ir más allá de la palabrota y el significad­o que lleva aparejado en esos diccionari­os reales y virtuales, que encorsetan mentes y opiniones.

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