Palabrotas
Los integrantes de Nebulossa no son un par de jovenzuelos, sino un dúo de personas de mediana edad, de vuelta de todo
No debía de ser muy mayor, aunque sí lo suficiente como para creer que podía utilizar aquella expresión en el entorno familiar e irme de `rositas'. El caso es que en medio de una partida de cartas le solté a mi tía Pepita: «¡Estás como una verga!».
Ella, una de las hermanas más jóvenes de mi madre, nuestra chica ye ye, que había emigrado a Madrid y corrido delante de los grises, me miró muy seria, pero sin levantar la voz, ni alterarse, me preguntó: «¿Tú sabes lo que significa esa palabra?». Yo, que no tenía ni idea, aunque por su expresión pude imaginar que no era nada bueno, admití sincera: No. «Pues búscala en el diccionario», me dijo. Y ahí lo dejamos.
Un rato después, agradecí que no estuviera delante para ver mi sonrojo, cuando en la V, de mi inseparable Vox ilustrado, encontré la definición negro sobre blanco de aquella `palabrota' disfrazada. Y aprendí para siempre la importancia de saber lo que se dice.
Sin embargo, el tiempo me enseñó que algunos términos pueden tener una segunda oportunidad para reinventarse y hasta redimirse, porque la vida y parte de la sociedad van por delante de las mayorías y la RAE. Aunque siempre haya quien se resista, se escandalice y patalee, como hemos visto que ha pasado en las últimas semanas con zorra.
El título del tema de Nebulossa, que representará a España en el Festival de Eurovisión, ha desatado todo un enfrentamiento entre quienes consideran que es un agravio contra las mujeres, que durante años lo han sufrido como uno de los insultos más degradantes; y los que defienden todo lo contrario: que darle la vuelta al concepto y reivindicarlo, puede ser el mayor símbolo de liberación y empoderamiento femenino.
Evolucionamos. Nos guste o no. La gente y el lenguaje. Lo sorprendente, sin embargo, es que nos vanagloriamos de ser muy avanzados y muy libres, hasta que de pronto salta a la palestra otra polémica como esta y deja en evidencia que aún queda mucho camino por andar. Que no somos tan modernos ni tan abiertos como creíamos y que nos queda mucho que aprender y lograr si prestamos atención.
La llamada Generación Z (los nacidos a finales de la década de los 90 y principios del 2000) llevan ya un tiempo reinterpretando con desparpajo algunas de las expresiones sexistas más clásicas para pasmo de muchos.
Así hemos podido aprender que `servir coño' es para ellos `lo más', quizás para remediar y compensar el agravio de todo lo negativo apareado a coñazo tradicionalmente. Y lo mismo sucede con PEC (las siglas de Por el Culo), una expresión igualmente positiva, en oposición al típico `a tomar por culo'.
A ellos, seguramente, la algarabía
El tiempo me enseñó que algunos términos pueden tener una `segunda oportunidad' para reinventarse
que ha suscitado utilizar zorra como himno les parecerá absurda, aunque contrariamente a lo que podamos pensar, no es porque sean más irreverentes o más iconoclastas, lo que son es más libres, aunque ellos no se den cuenta.
Los centennials no se escandalizan por poner en valor una palabra que para otras generaciones es misógina, degradante y humillante para las mujeres, porque a ellos les pasa como a Bella Baxter, la maravillosa protagonista de Pobres criaturas, que ven la realidad con ojos nuevos, libres de perjuicios y de bagajes.
Los integrantes de Nebulossa, sin embargo, no son un par de jovenzuelos, sino un dúo de personas de mediana edad, de vuelta de todo, con la lección aprendida, y aún así con ganas de cambiar el discurso machista, desde la experiencia y el conocimiento. Y eso es un valor añadido en esta historia.
Porque lejos de intentar escandalizar al respetable, o de, como he leído por ahí «pretender travestir el feminismo en aras del fenómeno queer», su canción es una reivindicación indiscutible. La apología de una mujer que decide contar su propia historia y usa con orgullo para definirse un calificativo que le ha perseguido y sentenciado durante siglos.
Su letra, cargada de ironía y de provocación, puede ser un arma muy poderosa para despertar conciencias, pero, también, para curar heridas, para reflexionar, y para quitarle de una vez por todas peso y poder a una palabra que nos ha marcado y sometido. Zorra.
Cierto es que no es apta para todos los públicos. Pero no por ofensiva, por humillante o sexista, sino porque no todo el mundo entiende lo mismo al escucharla. Algunos no logran ir más allá de la palabrota y el significado que lleva aparejado en esos diccionarios reales y virtuales, que encorsetan mentes y opiniones.