El Cacereño suma demasiado poco
▷▷▷ El equipo de Julio Cobos, con el síndrome de flojo como local, encadena ante el Adarve su cuarto empate consecutivo
El Cacereño rescató un punto ante el Unión Adarve (1-1), balance que sigue sin ser suficiente ni para respirar ni para soñar con algo más que la supervivencia. El autodestructivo síndrome del equipo flojo como local le crea una ansiedad ya enfermiza y eso lo paga con falta de credibilidad. Amasó, efectivamente, un punto, pero perdió dos.
El cuarto empate seguido vuelve a generar escaso entusiasmo, pese que el tanto de la igualada fuera en la recta final del choque y cuando ya se temía lo peor. Las carencias verdes afloraron de nuevo para añadir otro episodio más a una estadística aterradora: en lo que va de temporada solamente suma 10 de 33 puntos posibles en el Príncipe Felipe. Con estos números no se crean otras expectativas que no sean las de sobrevivir en la categoría, por mucho que fuera sí se dé realmente la talla.
Julio Cobos, homenajeado también con aplausos desde la grada cuando fue reconocido por sus 200 partidos en el banquillo verde, repitió el once de San Sebastián de los Reyes, todo ello con cierta lógica. De nuevo un lunar en su hoja de servicios: Jorge Barba ocupaba el banquillo, algo que no se explica casi nadie, y este domingo especialmente.
El partido tuvo ritmo en el inicio, con dos equipos de vocación ofensiva pero de rigor táctico evidente. Fer Harta tuvo la primera, que tapó Izan. Respondió Iván Fernández sin tino en un encuentro en el que emergía sobre todos la figura de Deco, que fue de más a menos, brillante en el inicio y apagado con el paso de los minutos. Poco bagaje para la creación de opciones de marcar a un Adarve robusto y expeditivo atrás.
Sin ocasiones, sin profundidad, sin remate, es cierto que el dominio pasó a ser claramente local, aunque Izan tuvo de intervenir a tiro de David Sanz antes del gol de Albur de media chilena a la salida del córner. Ocurrió en los estertores del primer acto. La defensa del decano permitió un remate inverosímil del futbolista madrileño entre una maraña de jugadores y a menos de un metro de la portería. Todas estas escenas son las que han llevado al CPC a su deprimente balance en su feudo.
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SEGUNDA PARTE Tras el descanso, Cobos introdujo a Barba (es increíble que no juegue bastante más el 10, sin duda el hombre de más calidad de la plantilla) y retrasó a Telles. El dibujo parecía más vocacio
nalmente ofensivo. Pero aquello no cambiaba para bien. Izan volvió a salvar el gol ante Álvaro Sánchez en el 56 en otro desajuste de la defensa local, en la que Emi volvió a ser el más destacado. El salto de calidad en los laterales ha sido lo mejor del mercado de invierno.
Barba la puso para que Carrillo se entretuviera y Tellechea no hiciera el 1-1 de puro milagro. El encuentro se tornó áspero, y solamente la magia del omnipresente Barba generaba algún tipo de esperanza. Cuando el andaluz la toca es otro fútbol.
El Cacereño no tenía argumentos en ataque, y parecía que tampoco Carrillo ni Iván Breñé los dibujaban. Sin embargo, con la desesperación flotando en el ambiente, Tellechea se inventó un pase que dejó a Iván Breñé solo para que éste hiciera el 1-1 (min. 85).
El Adarve había desaprovechado la opción de sentenciar y terminó pidiendo la hora para dar por bueno el reparto de puntos. El Cacereño se lanzó con el alma a por los tres, pero el equipo no tuvo cabeza para hilar jugadas de gol claras. La ansiedad de verse de nuevo frustrados en casa pesa kilogramos de más. Qué sufrimiento de temporada en casa.