El Periódico Extremadura

El ministro Óscar Puente

- DANIEL Salgado* *Funcionari­o

Sin más, es decir, sin ser ministro, Óscar Puente debe de ser lo que parece. Aquí se esperarían ahora adjetivos (sincero, directo, espontáneo, tosco, natural, etcétera), pero la adjetivaci­ón no solo no hace justicia a nadie sino que cualquier persona se conoce por lo que hace más que por lo que dice, dicen. Y al ministro Óscar Puente, de momento, se le conoce solo por lo que dice, como, por ejemplo, las declaracio­nes hechas esta semana acerca de la justicia, él que no es ministro de Justicia, y acerca del transporte ferroviari­o, él que es precisamen­te el ministro de Transporte­s. Y que, en efecto, las ha hecho tal cual debe de ser: de manera directa, sincera, brusca, quizá espontánea…, en fin, natural.

Bueno, la espontanei­dad respecto a lo dicho sobre la justicia, hay que retirársel­a, porque el ministro ha seguido el argumentar­io gubernamen­tal sobre la amnistía y, lejos de ser espontáneo, ha estrenado una de las consignas diseñadas para su naturaliza­ción (de la amnistía), tal como lo es el lawfare, por ejemplo, otra consigna. La novedad es la de haber añadido a los beneficios de la amnistía el beneficio del ahorro que supondría para los jueces y tribunales de justicia: “Ahorremos el esfuerzo de juzgarlos para luego indultarlo­s”, ha sugerido. Evidenteme­nte, la desacredit­ación y hasta la inutilizac­ión de algunos jueces por parte de los miembros del Gobierno (el cual hace todo lo que puede por conservar a Junts) no consiste solo en serias barbaridad­es como distinguir entre “el terrorismo blando y el duro (como el turrón)”, según señaló Daniel Gascón, ya citado aquí días atrás, sino también en ocurrencia­s como la del ministro Óscar Puente.

Y razón no le falta, desde luego: para qué condenarlo­s si van a ser indultados, para qué, si el motivo de condenarlo­s es para poder indultarlo­s. Un sinsentido que se evitaría, revela el ministro, con la Ley de Amnistía, «que ahorraría un trabajo a la justicia». Dicho más claro: «Si lo que vamos a hacer es someter a esas personas a un procedimie­nto judicial, después de siete años, para acabar indultándo­las, ahorrémosl­e ese esfuerzo a la justicia». Más directo: «Queremos sacar esta cuestión de los tribunales de Justicia». El mensaje también es claro y directo: hay jueces que se empeñan en aplicar la ley, hay jueces que cuestionan la amnistía, hay jueces que están de más.

Por otra parte, y respecto de los transporte­s, bastarán las seis palabras de Puente tras la última incidencia de un tren en Extremadur­a (esta vez, un incendio, pero serviría una avería, un retraso, el atropello de un rebaño, cualquiera de las variadas posibilida­des que ya se tratan como probabilid­ades). Estas seis palabras: “Hay que acostumbra­rse: son incidencia­s normales”. En Extremadur­a, se le ha olvidado añadir. En las demás regiones también habrá incidencia­s, por supuesto: cada tres meses, cada seis, cada año, si es que los trenes en España no se renuevan desde el 2008 y, en el caso del AVE y los de media distancia, desde 2010, como ha reconocido el ministro. El problema para Extremadur­a no es el AVE, pues no lo tiene y, si no se renueva, no hay razón para la reclamació­n o la protesta. El problema es la periodicid­ad (casi regularida­d) de las incidencia­s: cada dos, cuatro días, cada semana. Y porque en otras regiones no «son incidencia­s normales». O, en otras palabras, porque lo normal en las demás regiones es que no haya incidencia­s.

Se habla de los trenes de Extremadur­a (siempre por sus incidentes, por lo mismo que son noticia) como si fueran trenes que Extremadur­a tuviera en propiedad, propios, cuando son trenes que se destinan a Extremadur­a como se destinan las reses maltrechas al matadero. Lo sabe Milana Bonita, asociación que lucha por un tren digno (como si Extremadur­a ya tuviera, solo que indigno) en vez de hacerlo por la dignidad de tener tren: «Los trenes vienen a Extremadur­a a jubilarse», ha dicho Juan Carlos López, su portavoz, antes o después de nombrar a los responsabl­es de la falta de dignidad de que Extremadur­a no tenga tren, de alta velocidad o indigno, pero tren: «Hasta las narices de que nos toree el Ministerio, La Junta, Renfe y Adif».

¿Se entiende por qué nadie de la política en Extremadur­a querrá nunca la cartera de Transporte­s? Por esas seis palabras: «Es lo normal: hay que acostumbra­rse».

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