El Periódico Extremadura

El conserje que se jugó la vida

Julián fue piso por piso alertando a las personas que vivían en las 138 viviendas para que bajaran a la calle La historia más desgarrado­ra es la del matrimonio con un bebé y un niño de 2 años que están desapareci­dos

- / JAIME ROCH DAVID LAGUÍA VALENCIA

En toda tragedia hay algún héroe. Y en el fulminante y devastador incendio en un edificio de viviendas de 14 plantas en Valencia, que se propagó a otro anexo, el conserje se revistió de héroe. En esa zona de viviendas de nueva construcci­ón en un barrio, el de Nou Campanar, de grandes avenidas y zonas comerciale­s y de ocio, al noroeste de la ciudad, se vio azotada por el incendio más grave que ha sufrido la historia de la ciudad de Valencia.

Justo en el momento en que el siniestro comenzó, sobre las cinco y media de la tarde en un inmueble que terminó de construirs­e en 2009 en la esquina de las calles General Avilés con Maestro Rodrigo, Julián, conserje de la finca calcinada, fue piso por piso alertando a las personas que vivían en los 138 pisos. Julián se jugó la vida para alertar a los vecinos para que salieran de sus viviendas y bajaran a la calle lo más rápido posible con el objetivo de salvar numerosas vidas: «Ha ido puerta por puerta sacando a los vecinos», relataban varios testigos del fuego.

Drama de una joven familia

Por el momento se desconoce el origen del incendio aunque los bomberos apuntan que comenzó en la octava planta y se propagó rápidament­e a las plantas superiores; en apenas media hora prácticame­nte todo el edificio estaba en llamas o sumido en una densa humareda. No fue hasta pasada la medianoche del jueves cuando los responsabl­es de emergencia­s de la Generalita­t confirmaro­n las peores hipótesis. Durante toda la madrugada los servicios de emergencia­s trabajaron en las labores de extinción. A primera hora de ayer ya no se veía llama en la zona, que sigue acordonada y cortada al tráfico, y donde los bomberos trabajan por relevos en el objetivo de enfriar la parte exterior del edificio, dado que por el momento no se puede acceder al interior de la estructura, y en la búsqueda de posibles víctimas.

La historia más desgarrado­ra es la de un matrimonio joven con dos niños, uno de ellos un bebé. Tal como ha podido confirmar este periódico, la familia se encontraba en casa cuando se desató el infierno. Se trata de un matrimonio, con un niño de 2 años y un bebé de 2 semanas. Según los primeros datos, el fuego pilló por sorpresa a la familia, que intentó buscar refugio en el cuarto de baño.

La noticia ha supuesto un auténtico shock entre el vecindario, especialme­nte entre los padres de la guardería San Pau, del barrio de Campanar, la misma a la que iban los hijos de la familia desapareci­da en el fuego. La guardería ha cohoteles locado un crespón negro a la entrada en señal de duelo.

En total, según ha podido saber este diario, hay cinco familias afectadas por el incendio cuyos hijos iban a este centro. Unas aún desapareci­das y otras alojadas en tras haber perdido su casa. Además, la escuela infantil El Valle tiene tres familias afectadas más, todas de nacionalid­ad ucraniana. Ayer se desplazaro­n a la guardería varios grupos de psicólogas para atender a las trabajador­as y a la directora, algunas de las cuales salieron del centro visiblemen­te afectadas.

«Me he quedado sin nada»

«Hay fuego en tu rellano». Miguel Rodríguez recibió esta llamada en su oficina a las seis de la tarde y salió disparado hacia su coche. Tardó 20 minutos en llegar, pero su piso ya estaba ardiendo. Se sentó en el suelo, se echó las manos en la cabeza, y vio desde lejos como lo iba a perder todo. A Miguel se le truncó la vida en minutos. Su apartament­o de la séptima planta no tardó en arder «como una cerilla». «Se te cae el mundo encima porque ves que los recuerdos de 50 años se te queman. Me he quedado sin nada», lamenta desde casa de sus padres. «Recuerdos de un ser querido, fotos de un viaje especial... Todo se ha perdido para siempre», se lamenta.

Pese a todo, dice que se siente un afortunado porque no ha tenido pérdidas personales. «Gracias a dios lo mío es material y lo recuperaré. Tengo la suerte de tener a mis padres cerca, ahora toca una temporada viviendo con ellos», explica.

Cepillos de dientes y calzoncill­os «Uno no se plantea estas cosas, pero lo primero que hace uno cuando lo pierde todo es ir a comprar cosas como cepillos de dientes o calzoncill­os», explica Miguel, que es lo primero que ha hecho hoy. «Damos por hecho muchas cosas en la vida, como tener casa, ropa, agua para lavarte... Hasta que todo se derrumba y de repente te ves comprando esto», explica después de llegar del supermerca­do.

Asimismo, la pareja rescatada por los bomberos de su terraza del edificio quemado afirmó ayer que están «muy felices de estar vivos», y agradecier­on a los bomberos que arriesgara­n sus vidas para ayudarles a escapar de las llamas. La mujer explicó que ahora «lo que importa» es que están vivos, y ha relatado las dos horas y media que permanecie­ron en la terraza de su vivienda como «un momento muy estresante» y una situación «emocionalm­ente muy cargada», en la que lo que pensaban es que no querían «morir quemados».

«Pensamos que íbamos a morir quemados», relata la pareja rescatada en la terraza

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