Una nueva agricultura digital para alimentar el futuro de todos
Nos encontramos en un emocionante periodo de transformación, repleto de desafíos
Si el campo para, la ciudad no come», reza un proverbio popular, y en un mundo donde la agricultura y la ganadería enfrentan desafíos constantes, la pausa ya ha llegado a nuestras vidas. Los costes de producción aumentan, la competencia global se intensifica y la regulación europea a menudo se percibe como desigual. Sin embargo, en este panorama desafiante, surge una pregunta clave: ¿qué papel desempeña la revolución digital en el futuro de nuestro campo?
Para algunos, la digitalización representa la oportunidad dorada. Desde sensores de humedad en la tierra hasta la inteligencia artificial y los drones autónomos para la detección de plagas y enfermedades, esta nueva generación de tecnologías promete automatizar muchas tareas manuales, mejorando notablemente la eficiencia en toda la cadena de valor del sector. Algunos estudios recientes hablan de una agricultura con 390 veces mayor productividad, un 95% menos de agua y cero pesticidas, por lo que la oportunidad es abrumadora. Adicionalmente, otros beneficios como el establecimiento de canales digitales directos entre productores y consumidores a través de plataformas de comercio electrónico, sin necesidad de contar con las grandes cadenas de distribución y mejorando los márgenes del campo, ofrecen emocionantes perspectivas.
Por contra, otros colectivos miran a la digitalización con más escepticismo, no tanto por la falta de valor que pueda aportar sino por las barreras de entrada a las que se enfrentan. Desde la falta de financiación accesible hasta la frustrante brecha digital y consecuente ausencia de cobertura 4G en áreas rurales, el despliegue de soluciones digitales se ve francamente obstaculizado hoy en día. Asimismo, la amenaza de nuevos competidores que introducen innovaciones «foodtech» —vocablo inglés que fusiona el término «food» (comida) y «technology» (tecnología)—, como por ejemplo la carne sintética, agrega otro nivel de preocupación a las empresas.
Nos encontramos en un emocionante período de transformación, repleto de desafíos y oportunidades a afrontar, en donde destacan cinco tendencias cruciales a largo plazo:
1. Una agricultura de precisión. Aunque la tecnificación de la agricultura ya ha comenzado a ser una realidad en España, y en nuestros campos existen experiencias satisfactorias realizando seguimientos de cultivos de trigo o maíz por satélite o sistemas de riego inteligente, la oportunidad de hacer masiva esa agricultura de precisión es contundente. Esta agricultura 2.0 permitirá medir con exactitud las cualidades de los cultivos, suelos y factores climáticos, optimizando el uso de recursos como el agua y los productos químicos, así como reduciendo significativamente los costes de producción e impacto en el planeta.
2. Más allá del cuaderno digital. La tecnología no solo puede ayudar a agricultores y ganaderos en el campo, sino también en sus oficinas, agilizando el sinfín de controles y trámites burocráticos a los que se enfrentan, en muchos casos relacionados con la PAC. Ejemplos como el controvertido cuaderno digital para llevar a cabo controles telemáticos de una forma más exhaustiva del uso de los tratamientos fitosanitarios y fertilizantes por parte de los productores en sus terrenos podrían ir por este camino, siempre y cuando se plantearan de una manera escalonada y sencilla.
3. Inteligencia artificial y generativa. La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un aliado crucial para la agricultura hoy en día, ofreciendo soluciones maduras para optimizar recursos clave como el agua a la hora de eficientar regadíos en tiempos de sequía, o algoritmos capaces de detectar con una precisión del 95% la cantidad de fruto en una plantación para planificar mejor el futuro trabajo. Nuevas generaciones de la IA, como la llamada «generativa» con ejemplos como el conocido ChatGPT desbloquean nuevas oportunidades en donde algunas empresas ya ofrecen a sus clientes asistentes virtuales que recomiendan recetas en base a sus propios productos y lo que tengan en su frigorífico. El límite de la IA será nuestra creatividad… y la ética a la hora de utilizarla.
4. Venta digital directa desde el campo. Los consumidores cada vez se preocupan más de cuidar su alimentación escogiendo productos saludables y, para adquirirlos, la compra digital cada día gana adeptos. Estudios recientes revelan cómo este tipo de compra en Internet creció un 41% desde el inicio de la pandemia hasta la actualidad, por lo que los productores deberían reflexionar sobre cómo capturar esta oportunidad digital de manera directa, reduciendo el número de intermediarios que le separan del cliente final en el ámbito nacional y fuera de nuestras fronteras. La marca España juega a su favor en este aspecto.
5. Una inversión público-privada Aunque toda esta familia de tecnologías brinda claras oportunidades al campo, el esfuerzo económico que supone afrontarlas es relevante. Ganaderos y agricultores tendrán que evaluar cómo afrontar esas inversiones pero no deberían de estar solos. Ayudas públicas como la del Kit Digital –que en la actualidad subvenciona la implementación de soluciones digitales con ayudas de hasta 12.000€– deberían reducir ese esfuerzo financiero. La digitalización de las facturas, una buena campaña de marketing digital o los primeros pasos en el comercio electrónico deberían de ser algo más viable gracias a un nuevo tipo de colaboración público-privada.
Los tractores ya han llegado a las ciudades, y es un momento adecuado para reflexionar sobre cómo contribuir a esta evolución sectorial con tanto impacto en nuestras vidas; nos jugamos alimentar el futuro de todos. Algunos podrán hacerlo a través del consumo responsable, eligiendo productos locales y apoyando a los agricultores de sus regiones. Otros podrán optar por implementar nuevas soluciones digitales, abrazando la sensorización, la inteligencia artificial y otras tecnologías que están dando forma a esa agricultura de precisión ya mencionada. Y en todos los casos, fomentando un debate abierto y constructivo esencial para encontrar soluciones sostenibles a futuro.
Por mi parte así será, aunque siendo honestos, evitando innovaciones como la carne sintética. Donde esté una buena ternera de Extremadura, unos tomates de nuestra querida huerta murciana o unos habones de Sanabria que se quite el resto.