El mal menor
Los moralistas cristianos, sobre todo a partir de la Edad Media, han rechazado el mal menor. La razón estriba en que si hay mal menor quiere decirse que en el mal hay graduaciones y eso conduce a admitir que no hay un bien y un mal objetivos, es decir, al relativismo. De manera que solamente hay un bien objetivo y un mal objetivo. Así pues hacer el mal es pecado que si es grave es mortal y si es menos grave es venial, pero pecado. Ahora bien, si tienes dos opciones, una mala y otra muy mala ¿ puedes elegir la menos mala sin caer en el pecado? Pues sí. Véase lo que admitían con las opciones políticas.
Puesto que ningún partido recoge todas y cada una de las directrices de la Santa Iglesia Católica es lícito votar a una opción con la condición de que no vulnere los principios irrenunciables de la fe, que como saben son el matrimonio y la familia tradicional, el no al aborto y el poder de la Iglesia porque todo lo demás es accesorio y discuti
Los moralistas, sobre todo a partir de la Edad Media, rechazan el mal menor
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Esta teoría la aplicaron los más estrictos moralistas a las democracias cristianas a las que les reprochaban que entraran en el juego de los liberales pese a que los demócratas cristianos más radicales pensaban admitir de entrada la laicidad del estado, por ejemplo, para poco a poco y desde dentro transformar la democracia liberal en una teocracia. ¿Se puede aplicar esta teoría en la práctica diaria? Creo que sí.
Una noche sales de farra y tu amigo te quiere presentar a una chica de un físico espectacular. Tu sabes que para que sea perfecta una chica además de un físico espectacular ha de ser tan inteligente como madame Curie y de moral acendrada.
Y preguntas: ¿ Cómo anda de moral?; Ligera de cascos. ¿ Y de inteligencia?; Regularcita. Pese a estas carencias pues desearías que tuviera un premio Nobel y fuera una Teresa de Calcuta, te dices: Menos da una piedra; que en el ambiente en el que te mueves es la traducción fiel de mal menor, pues el mal mayor hubiera sido no ligar.