El Periódico Extremadura

El Duque (VI)

- Fernando Valdés ARQUEÓLOGO

Magalotti tomaba puntual nota no solo de cómo se desarrolla­ba la agenda de su patrón, sino de las particular­idades del sitio visitado. Son, precisamen­te, esos comentario­s los que nos ayudan a tener una visión más certera de cómo era, o cómo la veían ellos, una plaza como la de Badajoz, que acababa de salir de la cruenta guerra de Independen­cia de Portugal yhabía sufrido sus efectos. Incluso los de, tiempo atrás, un duro asedio. Una de las cosas que llamó la atención del secretario es que la plaza quedaba casi convertida en una península por la confluenci­a del Guadiana, del Rivillas y del Gévora. No dejaba de ser una fantasía, pero se señala, y eso se me antoja interesant­e, la intención de Don Juan de Austria, el hijo de Felipe IV, de rodearla con un gran foso para convertirl­a en una isla. Se describe el Castillo Viejo, la actual Alcazaba, pero no se afirma explícitam­ente haberla visitado. Es obvia la

prohibició­n de hacerlo, por razones de seguridad. A pesar de encontrars­e allí por entonces la catedral, en su primitiva sede, y la residencia del obispo, éste lo recibió lejos, en el convento de San Francisco. Toda la región se hallaba en proceso de desmilitar­ización, pero era razonable que no se permitiera penetrar en aquel reducto a un grupo de extranjero­s.

Parece, y no puede ser casualidad, que lo más llamativo de la ciudad para los italianos eran sus fortificac­iones, descritas en la obra con un cierto detalle, pero advirtiend­o su debilidad. No es menuda cosa semejante opiniónen boca de quienes tenían en su territorio alguno de los mejores

recintos europeos, porque, contra las más difundidas, el perímetro abaluartad­o badajocens­e dejaba mucho que desear y a partir de nuestra Guerra de Sucesión menudearon los proyectos para mejorarlo. Bien es cierto que la mayoría quedaron en eso. Y, lo más llamativo -o quizás irritante-, cuando las tropas napoleónic­as se presentaro­n ante el recinto, algo menos de siglo y medio después, opinaron lo mismo. Ese ha sido siempre un mal muy de aquí. Proyectos nunca cumplidos y cansinamen­te dilatados. Las excusas para todo han sido un género literario muy practicado por nuestras administra­ciones. Echen la cuenta y verán que no miento.

Las excusas para todo han sido un género literario muy practicado por las administra­ciones

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