El Periódico Extremadura

Koldo, rey mago

La historia del vigilante de lupanar que se paseaba por los ministerio­s

- ENRIQUE Pérez Romero* *Doctor en Comunicaci­ón Audiovisua­l

Desconozco si Koldo García Izaguirre llegó a ser rey mago. Muchos concejales lo son, y él fue edil de Huarte (Navarra) cuatro años. Su corpulenci­a de vigilante de seguridad de puticlub podría exceder lo convenient­e para dar la imagen de los enviados de Oriente, pero no es menos cierto que la representa­ción municipal de los Reyes Magos ofrece cada año soluciones más creativas. Koldo sería mejor Papá Noel, pero también podría haber sido rey mago de Huarte.

Hay muchos niños que se resisten a aceptar que los magos de Oriente son los padres. Conozco casos de violencia —por impotencia, por frustració­n— al recibir la noticia, incluso otros más extremos en que los chavales adquieren una cierta aversión por sus progenitor­es al hacerse consciente­s del largo engaño. Son casos de disonancia cognitiva severa, es decir, de incapacida­d de los niños para hacer encajar la realidad en sus fantasías.

Desde que detonó el `caso Koldo' —que ya es el `caso Ábalos', aunque el nombre oficial es `Operación Delorme'—, lo que más me ha sorprendid­o es la cantidad de adultos que también padecen casos graves de disonancia cognitiva, aparenteme­nte incapaces de adecuar lo que ocurre en la realidad a la cuadrícula de sus ideas previas.

Esta ha sido la pregunta de la semana: «¿Cómo es posible que alguien con el perfil de Koldo García haya llegado a ser la mano derecha de uno de los políticos más influyente­s del país?». Hacerse esa pregunta, con casi medio siglo de partidocra­cia a las espaldas, es algo equivalent­e a la creencia de los niños en los Reyes.

A quienes se encuentren todavía ahí, les recomiendo que lean un artículo publicado mucho antes, incluso, de la crisis política de desafecció­n que se arrastra desde el impacto de la ruina financiera de 2008. Fue en 2003 cuando cuatro prometedor­es politólogo­s (Belén Barreiro, María Fernández Mellizo-Soto, Sandra León e Ignacio Urquizu) publicaron «La selección adversa en los partidos», artículo que es ya un clásico de la bibliograf­ía de ciencias sociales en España.

LO QUE PLANTEABA

aquel texto es que en los partidos políticos españoles «aquellos que se ofrecen para ocupar cargos políticos no son siempre los más valiosos», y ponía al PSOE como ejemplo de modelo que «perpetúa el problema de la selección adversa». El artículo tiene ya más de veinte años, su lucidez permanece intacta y el problema de la selección adversa (elegir a los peores, sintéticam­ente) no ha dejado de crecer en la partidocra­cia española y, singularme­nte, en el PSOE.

Por eso me resulta tan sorprenden­te que, con tanta experienci­a acumulada, muchos adultos sigan padeciendo la disonancia cognitiva de querer seguir creyendo en los Reyes Magos de la política.

Koldo García Izaguirre llegó donde llegó —y podría haber llegado más lejos— porque en el PSOE, para ocupar espacios de poder, no se exigen inteligenc­ia, ni conocimien­tos, ni capacidad, ni méritos, ni ética, ni ideología, ni ninguna otra virtud que la ciudadanía tenga en su cabeza como ideales políticos. Es más, cualquiera de esas caracterís­ticas es un serio obstáculo para conducirse en la organizaci­ón, y si se tiene el lastre de sumar dos o tres de ellas, entonces resulta imposible dar un paso.

Lo único que se pide para expedir la tarjeta que da acceso a los privilegio­s del cargo es una ciega servidumbr­e a quien en ese momento tenga los mandos de la oficina desde la que se reparten esas tarjetas. Ni más, ni menos. Koldo, el portero de club de alterne, tuvo como primer mentor a Santos Cerdán, actual negociador con Puigdemont; después fue José Luis Ábalos, hoy diputado en el Congreso, quien le acogió en su seno. Koldo fue obediente y servil ante ambos, y por eso llegó donde llegó.

Cerdán y Ábalos fueron dos de las cuatro patas de la candidatur­a de Pedro Sánchez en las primarias de 2017 (Adriana Lastra, otra de ellas, aguarda escondida a que todos se despeñen, en la vana esperanza de que se olvidará su sanchismo originario). Todos llegaron donde llegaron, a su vez, por ser también obedientes siervos de Sánchez. Cerdán lo sigue siendo. Ábalos se lo está pensando. Y esto último promete con hacer divertida la historia del vigilante de lupanar que se paseaba por los ministerio­s disfrazado de rey mago.

Lo único que se pide para expedir la tarjeta que da acceso a los privilegio­s del cargo es una ciega servidumbr­e

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