Contraprogramaciones (en sent. fig.)
1.ª Lo que dijo en 1986 el cuadragésimo presidente de los Estados Unidos, presidente republicano (bien entendido lo que es ser republicano en Estados Unidos), lo dijo el viernes el actual presidente de España (bien entendido también lo que es ser socialista en España hoy): «Estamos aquí para ayudaros». Lo que Ronald Reagan dijo exactamente, pues fue Ronald Reagan quien lo dijo, fue: «Las siete palabras más terroríficas de nuestra lengua son: soy del gobierno y vengo a ayudar». Pedro Sánchez, el viernes en Valencia, al ir acompañado por Carlos Mazón, presidente de la Comunidad de Valencia, y por María José Catalá, alcaldesa de Valencia, ambos del Partido Popular, no podía decir: «Soy el presidente del gobierno y vengo a ayudaros», sino que debía incluir, por cortesía o por protocolo, a las autoridades de la región y la ciudad. Y lo hizo, sin que deba pensarse que lo hiciera de manera forzada: «Estamos aquí para ayudaros».
Como se sabe, el periodismo existe para mediar entre los políticos y los ciudadanos, a fin de hacer inteligible (o sea, no ya digerible, sino tragable) la actividad política. Y, entre sus competencias como mediador, el periodismo dispone sobre los gestos de los políticos, de manera que unos medios de comunicación destacan la parte positiva de determinados políticos que son ideológicamente afines (al revés: son los medios lo que son ideológicamente afines a determinados políticos) y otros destacan su parte negativa (en este caso, los medios que no son ideológicamente afines). Por decirlo con nombres propios: el diario El País destacará la parte positiva del presidente Sánchez, por ejemplo, y el diario Abc, su parte negativa. Pues bien, ni esos dos diarios canónicos ni ningún otro diario impreso, sino el diario digital The Objetive, cuya ideología no es de izquierdas ni de derechas, ya que se declara liberal, publicaba el mismo viernes una noticia con este titular: «Sánchez acude a Valencia tras el incendio pero no fue a Barbate por el asesinato de dos agentes».
2.ª Ya nadie podía dudar de que José Luis Ábalos debía dimitir por lo que hizo su asesor Koldo García Izaguirre, a quien se le imputan delitos de tráfico de influencias, cohecho y blanqueo de capitales, aunque bastaría con el delito de asesor, según Nassim Taleb: «Hay oficios, como economista, prostituta o asesor, a los que una caracterización adicional no añade información». Y no podía hacerlo (dudar ya, nadie) porque la tajante afirmación de la vicepresidenta María Jesús Montero, el viernes, y la contundencia del presidente Sánchez contra la corrupción, el sábado, confirmaron que debía dimitir. Montero: «Yo sé lo que haría yo». Sánchez: «La lucha contra la corrupción ha de ser implacable, venga de donde venga y caiga quien caiga». Está de más aclarar que lo que haría la vicepresidenta sería dimitir y que el presidente, tras declarar cómo y contra quién ha de ser la lucha contra la corrupción, estaba pensando en Ábalos al decir: «El que la hace, la paga», justo al pronunciar esa sentencia.
Una de las virtudes de las democracias es que los gobiernos pueden ser controlados, corregidos o incluso apartados del poder por la oposición. No habría gobierno sin oposición, sino un régimen (o talibán o militar o teocrático, etcétera). En otras palabras, sin la oposición no habría política. Aunque la fama es que la oposición, por lo general, se dedica a la retórica (en el peor sentido de la palabra) mientras espera nuevas elecciones, lo cierto es que, para hacer oposición, los políticos deben recopilar datos y preparar sus argumentos de forma concienzuda, sobre todo cuando se trata de acusaciones graves. De ahí la sorprendente respuesta del Partido Popular al caso del asesor del exministro Ábalos: una hipótesis que podría formular un fiscal en la exposición de sus conclusiones o alguien con experiencia en tramas. He aquí el razonamiento de Elías Bendodo: «En toda trama hay un sicario, que es Koldo, un jefe, que es Ábalos, y un padrino, que es Santos Cerdán. Y en toda trama hay un líder máximo, que está informado de todo y toma las decisiones. Y el líder máximo es Pedro Sánchez». Lo dicho: o un fiscal en su alegato final o alguien con experiencia en tramas.
Para hacer oposición, los políticos deben recopilar datos y preparar sus argumentos de forma concienzuda