Dos escapan y dos se ahogan
Villanovense y Cacereño dejan atrás los fantasmas del descenso y empiezan a ganar confianza para el tramo decisivo de la temporada La crisis del Badajoz se agudiza, mientras el Montijo empieza a autocondenarse
El Llerenense ganó y quebró una racha de seis partidos con derrota para salir de nuevo del descenso
Nunca llueve a gusto de todos, pero la verdad es que el sol empieza a salir para algunos en Segunda Federación y los nubarrones comienzan a ser cada vez más graves para otros en la misma liga. Hablamos de los equipos extremeños, a los que en líneas generales, la competición les sigue jugando malas pasadas. La 24 ha sido una jornada medianamente fructífera para los nuestros. Tres victorias de cinco partidos es un bagaje poco repetido este año, lamentablemente. Atentos al Villanovense, que por fin ha cogido la regularidad y la directa para demostrar que etaba hecho para otras miras. Su triunfo hasta el entonces líder Illescas confirma la evolución positiva de los de Gus que, por primera vez en lo que va de temporada, han encadenado tres victorias consecutivas. Y eso, en esta liga, ya es mucho.
En el Villanovense hay que hacer mención aparte a Alberto Fuentes, un centrocampista virtuoso que está siendo de lo mejor de la temporada. Lleva seis goles, el último un golazo de falta directa que levantó el municipal de Villanueva de la Serena. Los fichajes de invierno están funcionando y los serones están a sólo tres puntos del playoff. Ojo que hay tiempo de sobra.
Más lejos tiene ese objetivo ahora el Cacereño, aunque para los de Julio Cobos lo importante era encontrar cierta regularidad. Si vemos el vaso medio lleno, son cinco partidos sin encajar una derrota. Si queremos ver más, la puesta en escena en el Pedro Escartín de Guadalajara da pie al optimismo, especialmente con puñales en banda derecha y los golazos de Karim y Viñuela. ¿Debe aspirar el Cacereño a pensar en el playoff o bastaría con atar la permanencia? He ahí una duda que se resolverá en los próximos partidos, pero que dependerá, en gran parte, de la actitud y hambre de la plantilla. Por mimbres, y viendo las dudas de la competición, el Cacereño estaría a tiempo de todo.
Y a tiempo ha reaccionado el Llerenense, cuando más le apretaba la soga al cuello y ante un rival directísimo por la permanencia al que le ha ganado el golaveraje particular como es el Mensajero. Marcó y no encajó. Lo hizo todo bien el conjunto de Luismi, demostrando que, a veces, la paciencia también es un valor importante en el fútbol alocado de estos días.
Lo peor es lo que tuvo que vivir
el Llerenense en La Palma de Canarias, con aficionados que se encararon y empujaron a jugadores del equipo extremeño tras el pitido final. La imagen fue deplorable, de un equipo de alevines. Este lunes, el Mensajero hizo un comunicado para condenar enérgicamente todos estos hechos, pero los mismos fueron anotados por el árbitro en el acta y es más que probable que al conjunto insular le caiga una multa ejemplar porque la Federación Española no pasa por alto así como así estos episodios de violencia.
La peor parte se la llevan Bada
joz y Montijo, con dos crisis bien distintas. El Badajoz sigue absolutamente desquiciado esta temporada. No le sale nada en lo deportivo y la derrota ante el Ursaria empieza a sembrar de pánico el pensamiento de los aficionados, que por primera vez están viendo la realidad de un descenso como una opción posible. El equipo no juega bien, genera pocas oportunidades y tiene a Iñaki Alonso contra las cuerdas, pero no hay pasta para tomar otras alternativas y con estas botas hay que morir. Y luego están Agapito y Oliver, presionando para que los empresa
rios aztecas se marchen.
Para terminar, el Montijo, que fue descuartizado en San Sebastián de los Reyes en un último cuarto de hora que dio fe que a este equipo la temporada se le hará muy larga. Se vino con cuatro goles en contra, pero pudieron ser muchos más. Apenas tenía juveniles y cadetes en el banquillo y eso, en esta categoría, no da para competir más. La semana que viene, cuatro de los cinco extremeños juegan en casa. Es el momento de apretar. Ahora, los tropiezos, son balazos en el costado.