A las que se van en silencio
Ahora que se acerca el Día Internacional de la Mujer Trabajadora volvemos a repasar en los titulares de la prensa diaria el largo y costoso camino hacia la igualdad. Vaya por delante que la denominación de la efeméride, más allá de conmemorar una triste efeméride, la muerte de 129 operarias de la fábrica Cotton en el incendio de la factoría neoyorkina donde estaban encerradas para reclamar mejoras laborales en 1908, contiene en sí misma una paradoja. Mujer y trabajadora van unidas de la mano desde el inicio de los tiempos hasta la actualidad. Sobre todo entre una mayoría silenciosa, las mujeres del campo, en particular las de las anteriores generaciones. Nuestras abuelas, en los pueblos, que faenaban en las tierras para llegar a casa y ocuparse de lo que se denominaba «labores propias de nuestro sexo», esto es, la explotación máxima y la sumisión al hombre al que sí se le reconocía el derecho al descanso. Tan interiorizado se encuentra el discurso que, hasta hoy en día, el peso de los cuidados en los hogares y en las familias sigue recayendo entre las que también, subrayo el adverbio, trabajan fuera de casa. Mi reconocimiento a todas ellas, las que ni siquiera tuvieron conciencia de su ausencia de la vida social participativa, el derecho al voto o a la independencia económica. A ellas, que ahora, se marchan en silencio, como vivieron. tivos, siempre repudiables, parecían no tocar su revestido aura inmaculado. Se jactaba de ello en cualquier momento y, en tales, acusaba sin piedad a su único adversario político: el Partido Popular. Los delitos de corrupción de otros partidos no le preocupaban, ni de los de aquellos socios que le auparon para conseguir su moción de censura contra Mariano Rajoy. Un día sí, y, otro no, Pedro Sánchez no ha dejado de fustigar a los dirigentes del Partido Popular por la supuesta financiación urdida por su ex-tesorero, Luis Bárcenas. Bien podrá decirse, que Pedro Sánchez tiene ya, su particular `Gurtel'. Nadie se escapa a la irresistible tentación del dinero. Ya lo dijo don Francisco de Quevedo en su letrilla satírica sobre el poder del dinero: «Poderoso caballero es don dinero « y más, cuando se brinda esa oportunidad a los que sin escrúpulo alguno, aprovechan las influencias y resortes del poder. Nadie está libre del pecado de corrupción. El Partido Socialista de Pedro Sánchez sabe mucho de eso. Si se tuviera que hablar de cuantía comisionada o malversada, habría que remitirse al caso de todos los casos: los ERES de la Junta de Andalucia. Amén del despilfarro de dinero público para la consecución de votos en todos los estractos sociales del país. Con el caso, Ávalos-Koldo, Pedro Sánchez, ya no podrá arrojar la primera piedra para demostrar su no pecado de corrupción. Resultaba extraño que cinco años no apareciera ni una sola fisura de corrupción. Con este caso: Ávalos-Koldo, y todo cuánto le rodea, Pedro Sánchez ha quedado estigmatizado para el resto de su vida al igual que lo fueron todos aquellos que cayeron atrapados en la trampa de la corrupción.