El Periódico Extremadura

«El arpa suena flamenca si el músico tiene el flamenco dentro»

- MARÍA ISABEL R. Palop Instagram: mariaisabe­lr.palop Twitter: @mipalop

En el marco del Festival de Jerez, la arpista Ana Crismán (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1983) ha presentado un Work in progress del que será su álbum debut, previsto para el próximo año, que llevará por título Arpaora. En el Salón Don Jorge de Museos de la Atalaya, con Jesús Méndez como artista invitado, compartió el proceso creativo de Zambra de la luz, esta primera entrega que cuenta con la colaboraci­ón del músico Jorge Pardo a la flauta; coros de Rosa Gómez y Rosario Heredia, y Javier Mera a la percusión, en un homenaje a la luz del sol que, como asegura Crismán, «me hace bien». La arpista apuesta por una nueva nomenclatu­ra, `arpaora', fruto de ese maridaje entre el instrument­o y el flamenco que la jerezana encontró por pura intuición. Pasen y lean.

–“Un disco que será la primera fuente y referencia en el mundo del arpa flamenca”, ¿siente la presión?

– ¡La verdad es que no!, no siento presión porque yo el desarrolla­r, al llevar a cabo el flamenco en el arpa, lo he vivido como algo muy natural porque partía de un flechazo que yo tuve con el instrument­o, con esas ganas de querer que sonara a flamenco. Estando de vacaciones en Irlanda me encontré con un músico callejero tocando el arpa, me encantó el instrument­ó, y sentí que también era flamenco. Eso me dio la curiosidad de saber cómo sonaría por soleá, por siguiriyas, por bulerías…, tuve la intuición de que haría un buen maridaje juntando el flamenco con el arpa. Empecé a buscar informació­n y no encontraba nada, ¡lo que me llamó mucho la atención! Porque un instrument­o tan precioso, milenario, que comparte con el flamenco la ancestrali­dad …, no encontré arpas con un lenguaje o un código flamenco, y me sorprendió mucho, la verdad.

– ¿Cómo se consigue?

– El arpa suena flamenca si el músico tiene el flamenco dentro. El flamenco tiene un lenguaje, estructura, formas y palos y si echas horas en el instrument­o al final lo encuentras. Es un camino solitario porque no tienes referencia­s, pero también muy creativo, inspirador y apasionant­e encontrar todo ese flamenco que yo sentía, y siento dentro de mí, porque he nacido y me he criado en un territorio flamenco como es Jerez. Siempre he sido muy aficionada y amante del cante, y me ha gustado mucho el flamenco desde el punto de vista como público. Desde pequeña iba a conciertos, a la Fiesta de la Bulería, a las Peñas Flamencas…, tenía afición. El flamenco tiene un poder de transmitir emociones, muy fuerte. Si naces y te crías en un lugar como Jerez, es complicado estar ajeno a todo eso, no te va a pasar desapercib­ido, lo vas a vivir, porque el flamenco en Jerez está en todas partes. En Jerez cualquiera se arranca a bailar en una plaza y, ¡se te caen los lagrimones!

¿Por qué ahora este disco?

– Yo empecé a tocar el arpa en el 2017…, llevo cinco o seis años y no he querido sacarlo, a pesar de que me lo habían propuesto ya antes, porque sentía que tenía que madurar, y seguir investigan­do más el instrument­o, que es un camino que se abre y nunca se acaba. Al final el disco es una foto sonora de un momento que estás viviendo, capturar un instante. Un disco es la música que sonó mientras estaba el micro abierto porque cada momento que tocas una pieza, aunque sea la misma, cada pulsación, cada momento, es nuevo.

El lanzamient­o del primer senci

llo, `Zambra de la luz', cuenta con la colaboraci­ón especial de Jorge Pardo.

– Sí, habíamos coincidido en unos `bolos' y le llamé. Me hacía muchísima ilusión que participar­a en el disco porque es un maestro, es un amigo y, además, siempre todo lo que transmite es positivo. Es un lujo contar con él en este disco de composicio­nes propias. Este Zambra de la luz está compuesto a la luz del sol. Lo que más me gusta en la vida es la luz del sol…, me cambia el humor, me aporta, lo noto, es físico. La luz del sol me hace bien.

– ¿Por qué `arpaora'?

– Lo he querido llamar así porque emerge una nueva figura en el mundo flamenco, que es la de la artista que expresa flamenco a través de un arpa. Lo conocíamos a través del cante, el baile, y bueno, aparece esta nueva figura que no tiene precedente­s. Nosotros somos vehículos de algo más grande. Creo que habita en mí la belleza del instante, lo que se transmite, lo que se queda. Soy una persona a la que le gusta rendir culto al arte, no al artista, y entiendo que somos un vehículo de la música que seguirá existiendo cuando no estemos.

– Siempre aseguramos que está todo inventado en el flamenco, pero lo de `arpaora' es una novedad…

– Sí, es que el flamenco es muy grande y sigue creciendo, eso de que ya tocó todas sus posibilida­des no es verdad, y aquí está mi disco para demostrarl­o.

– ¿Qué cree que aporta al flamenco?

– Un puente entre dos universos que hasta ahora no se habían entrelazad­o y es interesant­e, no solo por lo que el flamenco gana, sino por lo que el mundo del arpa gana. Ahora, en mis circuitos de arpa, hay personas en el mundo que están conociendo el flamenco por primera vez; vamos creando tejido flamenco, no solo por lo que pueda aportar el disco o el arpa en sí, sino por lo que crece la comunidad flamenca, la afición.

– ¿Cómo suena un instrument­o milenario en un flamenco del siglo XXI?

«Tuve la intuición de que haría un buen maridaje el flamenco con el arpa»

«Vamos creando tejido flamenco no solo por lo que pueda aportar el disco o el arpa en sí, sino por lo que crece la comunidad flamenca, la afición»

– La clave de que mariden bien es que comparten la ancestrali­dad. El flamenco del siglo XXI viene de los ancestros, son cantos que han ido llegando desde geografías muy lejanas y muchas generacion­es atrás. Y con el arpa ocurre lo mismo. La primera fuente que data que exista un arpa es un relieve en Macedonia del 3.500 a d C.; ya existía como tal ese sonido que, aún hoy, vive en la memoria colectiva.

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ANA CRISMÁN

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