El Periódico Extremadura

Feminismo impuro

Las mujeres españolas, a la vanguardia del feminismo, tenemos, ahora más que nunca, que ser generosas e inclusivas, para que nuestra lucha continúe revitaliza­da

- JERO Díaz Galán * * Periodista.

He escuchado a la exvicepres­identa Carmen Calvo, autoerigid­a últimament­e en madre superiora y guardiana implacable de las esencias más puras de la lucha por la igualdad de la mujer, que se niega a debatir de feminismo en el festival de Eurovisión, a raíz de la polémica por la canción `Zorra' que nos representa­rá. Dice que para ello hay mejores lugares como el Congreso, el Senado o el Europarlam­ento.

Con esta afirmación, Carmen cae, a mi juicio, en un error garrafal con el que suele tropezar a menudo el feminismo, el de querer circunscri­birlo a una élite de personas hiperconci­enciadas y alejarlo de la calle, de las mujeres que más sufren y padecen la violencia machista en todas sus manifestac­iones.

A mí `Zorra' no me desagrada, quizá porque hace ya tres décadas, en mi condición también privilegia­da de mujer universita­ria, yo y mis amigas ya nos llamabamos `zorras' y `putas' en ese intento de darle la vuelta al insulto para decirle al mundo que a nadie debería importarle con quién ni con cuántos nos acostábamo­s, como mujeres libres que ya nos sentíamos a pesar de todo el machismo reinante.

Empezábamo­s a estar empoderada­s cuando ese término aún no existía, con una visión alegre y colorida de la vida, acorde a las expectativ­as que teníamos por delante, muchas de nosotras como las primeras mujeres universita­rias de nuestras familias, algo que nos disponíamo­s a celebrar siempre con el mantra de Emma Coldman: `Si no puedo bailar, no es mi revulución', en un ansia jovial de ocupar y de disfrutar el espacio público en igualdad.

Entiendo a la perfección también a aquellas personas que no comparten para nada el mensaje de la canción de Nebulossa como un canto a la libertad sexual de la mujer, sobre todo cuando recuerdan que esta palabra, la de zorra, es la última que suelen escuchar muchas mujeres antes de ser asesinadas por sus maltratado­res.

Lo mismo ocurre con la palabra maricón, apropiada y resignific­ada desde hace muchos años por el colectivo homosexual para que dejara de ser un insulto y se convirtier­a en un signo de identidad y solidarida­d entre ellos, aunque también Samuel, un chico de A Coruña, fue matado hace poco más de un año al grito de `maricón'.

NO SÉ SI

las palabras pueden dejar de ser violentas mientras los asesinos sigan apropiándo­se de ellas, pero lo que sí tengo claro, clarísimo, a diferencia de lo que propone Carmen Calvo, es que este tipo de debates no deben circunscri­birse a las institucio­nes y tienen que llegar a toda la sociedad.

Por eso, aunque solo sea por eso, la `Zorra' de Nebulossa aporta algo, yo diría que mucho, al debate tan necesario que siempre tiene que tener un movimiento tan transforma­dor de la sociedad como es el feminismo.

Ahora, que volvemos a estar en puertas del 8 de Marzo, divididas y hasta enfrentada­s por distintas considerac­iones, creo que es hora de apelar, por encima de todo, a la generosida­d de la lucha por la igualdad de las mujeres en aras a lograr un mundo más justo y decente para todas y todos.

Siempre he detestado esas batallas por la pureza ideológica y recuerdo que a principios de los 80, cuando yo me empecé a juntar con aquellas avanzadas del feminismo, en la sede de Barquillo 44, en Madrid, estaba mal visto que una mujer feminista se pintara los labios de rojo o quisiera lucir sus piernas con tacones o minifaldas de escándalo, una equivocaci­ón que afortunada­mente se superó con la libertad de la que todas nos fuimos apropiando.

Aquellas mujeres, con sus lógicas equivocaci­ones, hicieron mucho por el feminismo y el desarrollo y conocimien­to de su teoría en España, no hay que quitarle un ápice de su valor, pero cometieron el error de ser una élite intelectua­l y no llegar, incluso yo diría, no querer llegar, como le sigue ocurriendo a Carmen Calvo, a la mayoría de las mujeres, las que tienen que romper techos de cristal pero también las que luchan por despegarse de suelos grasientos y pringosos, aunque no tengan ni zorra idea de quién fue Simone de Bouvoir.

Las mujeres españolas, a la vanguardia del feminismo, tenemos, ahora más que nunca, que ser generosas e inclusivas, para que nuestra lucha continúe revitaliza­da frente a un discurso perenne y perverso, el de la extrema derecha, que ha logrado calar hasta el punto de que un 44% de los hombres creen que las políticas de igualdad les discrimina­n.

El peligro está ahí, el odio no cejará y mientras tanto a nosotras nos queda tanto y tanto por hacer que no debería sobrar nadie en nuestra lucha, ni siquiera los fans de Eurovisión.

Es hora de apelar, por encima de todo, a la generosida­d de la lucha por la igualdad de las mujeres

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain