El ‘estanco museo’ de Las Hurdes
El establecimiento más longevo de Caminomorisco y uno de los más antiguos de Extremadura, nació al término de la Guerra Civil Desde 1959 pertenece a la familia Martín, que conserva intacta la arquitectura hurdana con la que fue concebida
La expendeduría número uno de Caminomorisco ha pasado tres generaciones sucesivas, desde que Máximo Martín adquirió el local en 1959 hasta la actualidad que pertenece a su nieto, Joel Martín. Un negocio familiar como el 92% del tejido empresarial de la región que genera alrededor 86 u 87% del empleo privado de acuerdo con los datos de la asociación extremeña de la empresa familiar (Aeef).
El estanco se encuentra en la calle Doctor Marañón de Caminomorisco, a pocos metros de la plaza Mayor. Tras subir el poyo (pequeño escalón situado a la entrada de las viviendas) localizado en la entrada, bajar unos cuantos peldaños, ubicados a la izquierda, llegas al establecimiento que preside un gran mostrador de madera sin tratar. El interior del local conserva la misma estructura desde su construcción después de la finalización de la Guerra Civil.
Por otra parte, guarda ciertas similitudes con la arquitectura hurdana con puertas, ventanas y el suelo del piso superior elaborado con madera de castaño junto con paredes lucidas de barro y pintadas de temple.
Aunque Lola Martín, antigua dueña, indica que si fuera por ella hubiera reformado el local, varios de sus clientes señalan que no debe cambiar. Cuenta que hay personas que dicen que el estanco les recuerda al ultramarino de sus abuelos, «por norma general la mayoría son piropos», comenta. Joel Martín, hijo y actual dueño, señala la observación
que transmitió un comprador: «El estanco me recuerda a las típicas casas cubanas».
Un negocio de época
Un establecimiento que le gusta hasta la gente joven, como cuenta su antigua propietaria. «En una fiesta local un joven entró a comprar tabaco, al salir se sentó en el escalón de la entrada y me dijo que tenía un local muy bonito, que no cambiara nada, solamente cerrarlo un par de días para pintar y quedaría precioso».
Mantiene la esencia, no solo estructural, del establecimiento anterior conservando ciertos productos que se vendían en las típicas tiendas de época de los pueblos como telas, botellas que actualmente no se encuentran en el mercado y utensilios de pasados negocios. Lola Martín recalca que cada dos por tres quieren comprarle algún tipo de recuerdo: «A la gente le encanta la radio o la báscula», más de un cliente pregunta por su precio, por ejemplo,
el propietario del antiguo restaurante La Meancera, de El Gasco (alquería de Nuñomoral), que varias veces insistió por la balanza. Aunque resalta que muchos de los artículos que pertenecían a comercios pasados no están a la venta, como por ejemplo el cuadro de la quinta coronación de la Virgen de la Peña de Francia que data de 1952, una posesión a la que se siente muy apegada por la devoción religiosa que tiene a la patrona de la comarca de Las Hurdes.
Casi un siglo de historia
¿Pero cómo se gestó este negocio? Maximiano Martín y su hermano Gaudio Martín construyeron una casa al terminar la Guerra Civil para el padre de ambos, Francisco Javier Martín, que pasó a ser un bar tras la inauguración que realizó el primer hermano hace casi un siglo. Una tasca donde se realizaban los bailes en la actual trastienda y se jugaba a las cartas en el piso superior, popularmente denominado casino.
Tras la muerte de Francisco Javier Martín en 1946, a manos de los maquis, lo dejó como herencia a su hija Pilar Martín y a su marido Eufemio Palomo, antiguo alcalde de Caminomorisco. Al poco tiempo cambió el modelo de negocio, pasó a ser un ultramarinos, el típico comercio donde se vendían todo tipo de productos tanto alimenticios, como del día a día, telas o artículos de ferretería.
Aunque tienen el mismo ape
llido, muy común en Las Hurdes, el establecimiento en 1959 pasó a ser patrimonio de otra rama familiar. Máximo Martín y Fermina Martín, matrimonio del pueblo, lo compraron y siguió con el mismo modelo empresarial anterior hasta que pasó a ser un estanco en 1983. Era un oficio que Máximo Martín conocía de primera mano, puesto que trabajó como distribuidor de tabaco en la zona del norte de la región.
De hecho, transportaba el tabaco desde Hervás hasta la localidad, dejando sacas a su paso por muchos pueblos como Palomero o Marchagaz, aproximadamente 50 kilómetros de recorrido. Este mismo negocio continuó de generación en generación, la primera vez pasó a propiedad de su hija Lola Martín en 1994, y actualmente lo regenta Joel Martín, hijo de la anterior dueña. El de Caminomorisco, más que un estanco es, sin duda, un museo: historia viva de Las Hurdes.
«Recuerda a la típica casa cubana», expresó un comprador al ver el estanco