El Periódico Extremadura

Hacer del agua un recurso infinito

- FRANCISCO Lombardo * * Presidente del Foro de la Economía del Agua

Las imágenes de campos baldíos, embalses bajo mínimos o bosques a punto de agonizar forman parte de nuestra memoria colectiva. A lo largo de toda nuestra historia hemos sufrido las consecuenc­ias de la falta de agua: el primer gran registro en lo relativo a la escasez de este recurso data de mediados de 1700, cuando el río Tormes llegó a secarse y afectó a la mitad septentrio­nal del país. A esta gran sequía la siguieron muchas otras, algunas muy destacadas en los años cuarenta y noventa del siglo XX, hasta llegar a la que actualment­e asola Cataluña y Andalucía.

Las sequías no son un fenómeno aislado y las experienci­as pasadas nos deberían ayudar a centrar esfuerzos en paliar estas situacione­s de emergencia, aplicando todo el conocimien­to con el que contamos y de la mano de las nuevas reformulac­iones del uso del agua, como son la reutilizac­ión o la desalación. Estos procesos, junto al esfuerzo en materia de inversión en infraestru­cturas, marcan el camino.

Por sus caracterís­ticas geográfica­s, España ha sido pionera mundial en la búsqueda de fuentes alternativ­as de agua. La primera desaladora de Europa se construyó en 1964 en Lanzarote. La escasez de lluvias, unida a la ausencia de aguas superficia­les aprovechab­les, hicieron que el archipiéla­go se convirtier­a en un gran laboratori­o, que hoy, cincuenta años después, permite a la industria y a la ciudadanía superar uno de los grandes retos del presente. Tal es así que las islas, con más de 200 desaladora­s activas, se han convertido en el lugar del mundo con mayor desalación por kilómetro cuadrado.

Uno de los grandes inconvenie­ntes de la desaliniza­ción es su alto consumo de energía, que incrementa el coste del agua. Según recientes estudios del CEDEX, el coste del agua regenerada para uso agrícola es del orden de 0,38 €/m3, frente a los 0,73 €/m3 del agua desalada. Por ello, uno de sus grandes retos es conseguir avances técnicos que disminuyan el consumo de energía, de modo que se mejore su sostenibil­idad y asequibili­dad.

España ha hecho de la necesidad virtud en lo que a regeneraci­ón y reutilizac­ión se refiere. Somos el país que más agua reutiliza en Europa y el quinto del mundo, con una ratio de reciclaje de entre el 7 y el 13%, lo que supone un ahorro de 500 hm3 de agua al año. Si tenemos en cuenta que casi el 15% de nuestro consumo total de agua se destina al abastecimi­ento urbano y que contamos con 2.232 Estaciones Depuradora­s de Aguas Residuales (EDAR), que tratan más de 4.000 hm³ de agua - unos 245 litros de por habitante y día -, tenemos una suerte de “embalse virtual” que aumentaría de manera notable la disponibil­idad de agua. Estamos lejos aún de regenerar esos 4.000 hm3 , ya que solo el 27% de nuestras EDAR realiza tratamient­os terciarios aptos para la reutilizac­ión, pero el camino ha comenzado a recorrerse.

Los últimos estudios y experienci­as demuestran que el desarrollo tecnológic­o actual permite adecuar el agua reutilizad­a a todos los usos, incluyendo el suministro de agua potable. En España, el agua regenerada se emplea actualment­e para otros procesos que requieren una calidad menor y que permiten liberar agua de primer uso para el consumo humano, pero ya disponemos de la tecnología que permite regenerar agua de calidad suficiente para beber.

Desde el punto de vista normativo, la Directiva europea de reutilizac­ión, que entró en vigor el pasado junio, ve en las aguas residuales tratadas procedente­s de depuradora­s una alternativ­a fiable de suministro de agua para fines diversos y pretende duplicar la reutilizac­ión. Esta medida evitaría más de un 5% de la captación directa procedente de masas de agua y aguas subterráne­as, lo que consiguien­temente daría lugar a una reducción de más del 5% del estrés hídrico global de la UE. Si, además, vencemos las brechas psicológic­as sensibiliz­ando y conciencia­ndo a la población sobre la calidad de agua que permiten las tecnología­s actuales, el potencial de estas aguas recicladas es infinito. Podríamos acercarnos a lo que ya se hace en California, Texas o Singapur, que reutilizan el agua para usos potables.

No son pocos los retos para acabar con la escasez, pero, sin duda, el agua regenerada es una herramient­a estratégic­a que hay que priorizar para acercarnos a la consecució­n de los objetivos de desarrollo sostenible, mediante la reducción de la presión extractiva y las cargas contaminan­tes vertidas a las masas de agua.

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