Las goteras dejan sin fútbol a los usuarios cuando llueve
Los afectados instan a revisar el estado actual de las instalaciones «El problema viene ya de lejos y es una situación indignante», señalan los jugadores
No es algo nuevo, ocurre cada vez que llueve», han advertido a El Periódico Extremadura un grupo de amigos que juegan casi todas las semanas a fútbol sala en las pistas de la Ciudad Deportiva de Mérida. Las filtraciones en una parte de las instalaciones llegan a las canchas, con consecuencias negativas. Este pasado jueves hubo que suspender el partido. Ante la predicción de una situación meteorológica similar que pueda ocurrir en los próximos días o semanas, los usuarios de estas pistas se han quejado por los inconvenientes ya sufridos hasta el momento e instan al ayuntamiento emeritense y a la empresa que gestiona el espacio (enjoy! Mérida) a revisar el estado actual del tejado de las instalaciones deportivas.
Para evitar resbalones, caídas o lesiones de los jugadores que practican baloncesto o fútbol sala en las pistas, la Ciudad Deportiva acostumbran a suspender los partidos cuando las precipitaciones se dejan ver por la capital autonómica (los cubos y toallas abundan
por sus tres canchas). «El problema viene de lejos y es una situación indignante», según han señalado los usuarios que, aprovechan para volver a transmitir su «preocupación por esta dejadez» al tiempo que han reclamado una solución inmediata de las goteras.
Las instalaciones son empleadas por numerosos vecinos de la ciudad. «Necesitamos contar con las pistas para poder continuar con nuestra actividad deportiva semanalmente. Si algo bueno tiene el fútbol es la posibilidad que le da a sus protagonistas de conocer a mucha gente y de hacer amigos. Para nosotros es una vía de escape». Además, lo afectados han considerado que el pabellón debe contar con un mantenimiento que han demandado al consistorio, ya que el espacio debería estar en perfecto estado para su uso.
El pasado jueves un grupo de jóvenes no pudieron jugar en las instalaciones por culpa del agua