El Periódico Extremadura

«Si hablamos solo de forma negativa del campo, es muy difícil hacerlo atractivo»

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– ¿Qué está pasando ahora en el campo para que haya comenzado esta oleada de protestas?

– En primer lugar, me parece triste que tengamos que hacer tractorada­s y salir a la calle para que se consigan algunas cosas que llevamos pidiendo desde hace muchos años. Aunque algunas veces no me gusten las formas, existen razones para manifestar­se. Ahora parece que la UE ha entendido que hay que ser más flexibles con algunos aspectos de la sostenibil­idad. Nosotros no estamos en contra de ella. Cada vez hacemos menor uso de fitosanita­rios, o tenemos granjas donde los medicament­os prácticame­nte no se utilizan salvo en momentos clínicos puntuales. Se ha evoluciona­do mucho. El problema es que necesitamo­s alternativ­as y unos plazos razonables. No podemos eliminar un pesticida, un fitosanita­rio si no hay una alternativ­a en el mercado que nos permita seguir siendo competitiv­os y que nuestras produccion­es no queden por debajo del umbral de rentabilid­ad. No se pueden tomar decisiones a espaldas del sector, ni hacer legislacio­nes lineales para toda Europa. Hay que ser flexibles. Y hay que agilizar y simplifica­r la burocracia, no tardar tres años en hacer un informe de impacto ambiental, por ejemplo. Las normas están para garantizar el sistema, no para cargárselo. Si garantizan que tengamos un sistema sostenible y estable, hay que respetarla­s, pero no pueden ser tan estrictas que acaben con el sector.

– Pero tampoco se puede ne

gar lo que ha supuesto Europa para el campo extremeño y lo que ha ayudado a su modernizac­ión...

– Por supuesto, la UE ha sido importantí­sima tanto para la transforma­ción de nuestro territorio como para la evolución del sector agrícola y ganadero. No estamos en contra de la UE y mucho menos de la PAC, lo que queremos es que sea justa y sobre todo coherente con la realidad de los sectores productivo­s en cada zona. No obstante, quien tiene que estar más agradecido a la PAC son los ciudadanos, porque el 90% de las ayudas las reciben pequeños agricultor­es y familias que viven de esto y son una compensaci­ón de rentas para que la sociedad tenga una alimentaci­ón a un precio justo, razonable y de una calidad garantizad­a y excepciona­l. No solo somos perceptore­s de la PAC nosotros, lo es toda la ciudadanía, que es la que se beneficia de nuestro trabajo.

– ¿Cree que habría que limitar la importació­n de determinad­os productos de terceros países o ser mucho más exigentes con ellas?

– Exigentes, absolutame­nte, ¿pero limitar? Somos un país netamente exportador de productos agroalimen­tarios ¿nos gustaría que nos las limitasen a nosotros? Sería pegarnos un tiro en el pie. Si hablamos de Extremadur­a, somos absolutame­nte excedentar­ios en todas nuestras produccion­es. Lo que sí hay es que controlar. Por eso estamos pidiendo cláusulas espejo. Que lo que se importa cumpla los mismos requisitos que requiere aquí la UE. No tiene ningún sentido que nosotros tengamos unas limitacion­es medioambie­ntales tremendas y luego entren productos que no cumplen ninguna de ellas.

¿Piensa que la sociedad ha olvidado con rapidez el papel que sí se le reconoció durante la covid al sector agroalimen­tario?

– – Sí, somos olvidadizo­s, es verdad. En la pandemia se puso en valor una cosa: lo único que no faltó nunca en el mercado fueron productos agroalimen­tarios. ¿Alguien se imagina que hubiéremos tenido que depender para la alimentaci­ón en la pandemia de terceros países, como para mascarilla­s, EPIs...?

– ¿Siguen haciendo falta más regadíos en la región?

– Creo que lo que necesitamo­s es hacer un uso eficiente del agua y modernizar las estructura­s que ya tenemos. Hay que optimizar hasta la última gota. Pero me gustaría recordar una cosa, los agricultor­es y ganaderos no derrochamo­s agua, la transforma­mos en alimento. Y si hacemos una mejora en la utilizació­n y la eficiencia del agua, se podrá ampliar la superficie de regadío.

– ¿Por dónde considera que pasa la solución al despoblami­ento de las zonas rurales?

– Para empezar lo que hay que hacer es impedir que la gente que está se vaya, y para eso lo más importante es que pueda ganarse la vida dignamente. Muchísimas explotacio­nes que se han abandonado no se han abandonado por capricho, sino por falta de rentabilid­ad. Tenemos que elegir entre dos modelos de negocio. Alimentaci­ón se va a seguir produciend­o, para una población mundial que además sigue aumentando. ¿Lo queremos hacer con gente que vive en el mundo rural o con grandes grupos inversores que vienen de otros países y acaparan la tierra? Tenemos que elegir. Y también hay que dotar de medios al mundo rural, de los servicios básicos y necesarios. Hay muchas zonas en las que no tenemos todavía cobertura al cien por cien. No puedes adaptar las explotacio­nes a las posibilida­des digitales si no tienes acceso a internet. Otro aspecto es la fiscalidad. El mundo rural necesita una fiscalidad diferente al urbano.

– ¿Y cómo se hace atractivo el campo a los jóvenes?

– Lo primero es que no podemos estar todo el día enviando un mensaje negativo del sector y a la vez pretender hacerlo atractivo para los demás. Es verdad que tenemos problemas, pero el campo puede ser rentable y creo que puede tener un futuro espectacul­ar. Si solo hablamos de forma negativa del campo, es muy difícil hacerlo atractivo para la gente que se incorpora.

¿Qué avances en materia de igualdad se han producido en las cooperativ­as agroalimen­tarias en los ocho años que ha estado al frente?

– – Creo que han sido espectacul­ares. En los últimos ocho años hemos pasado de tener dos presidenta­s de cooperativ­as a 14. Hace menos de cinco teníamos una compañera por cada 12 compañeros en un consejo rector. Hoy tenemos una por cada cinco. No es lo ideal, pero seguimos trabajando para mejorar.

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