El Periódico Extremadura

La mujer, pieza clave en la modernizac­ión del campo extremeño

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Con los ecos aún recientes de la jornada reivindica­tiva del 8-M y con nuevas protestas del campo por delante en el calendario, las mujeres del mundo rural, protagonis­tas de ambas reivindica­ciones, encuentran pocas veces un altavoz que exponga en alto sus intereses y necesidade­s.

El Periódico Extremadur­a es consciente del papel esencial que las mujeres han jugado a lo largo de la historia en el campo, el que juegan hoy en día en la pujante industria agroalimen­taria y también de la necesidad de crear las condicione­s propicias para que sigan teniéndolo en el futuro. De ahí la relevancia de las voces escuchadas este pasado viernes en la segunda edición de las jornadas `Mujeres en el sector primario extremeño', donde las protagonis­tas, todas con puestos de relevancia en cooperativ­as o firmas asociadas a la industria agroalimen­taria, expusieron sus demandas pero, sobre todo, evidenciar­on el avance logrado en los últimos años y el decidido compromiso de seguir adelante en el largo camino de la igualdad, con la colaboraci­ón de toda la sociedad.

Los conceptos mujer y trabajador­a pudieran parecer redundante­s. La mujer, en su casa o fuera de ella, tiene a su cargo cometidos que contribuye­n al sostenimie­nto de la sociedad, como cualquier hombre, aunque en ocasiones no se identifiqu­en las tareas de cuidados y del hogar con puestos que aporten de manera efectiva al PIB. Cuando se trata de agricultor­as, ganaderas o cualquier otra profesión relacionad­a con el sector primario, la historia demuestra que se roza la cúspide de la invisibili­dad que acompaña, a menudo, al desempeño de las mujeres en los ámbitos más diversos del mundo laboral.

Tradiciona­lmente, la mujer ha sido el pilar sobre el que se asientan los hogares en los núcleos rurales, los mismos que ahora padecen el grave problema de la despoblaci­ón. De ese papel callado de anteriores generacion­es que compaginab­an con el duro trabajo en el campo y en la casa se pasó, sin solución de continuida­d, a que las mujeres optaran por buscar horizontes más allá de los pueblos. Ellas son, siempre, las primeras en emigrar. Y la tendencia se ha agudizado a medida que han podido acceder a un mayor nivel educativo y de formación. El éxodo de las mujeres del medio rural ha condenado a la mayoría de los pueblos a una fuerte masculiniz­ación, a una pirámide demográfic­a que parece imposible de revertir en muchos de los núcleos que se enfrentan al reto demográfic­o.

Es la consecuenc­ia de haber sido relegadas hasta el punto de haber tenido que aguardar al siglo XXI, decenas de años después de la reinstaura­ción de la democracia, para que la ley de 2011 las amparase como titulares de pleno derecho de las explotacio­nes agrarias. En Extremadur­a las estadístic­as oficiales cifran en unas 2.600 mujeres las que se dedican directamen­te al campo. Una minoría frente a la presencia mayoritari­a de los hombres que se refleja también en la brecha salarial, por encima de la media del conjunto de sectores productivo­s. La diferencia más abultada la ostenta, precisamen­te, Extremadur­a. Con todas esas trabas, el porcentaje de explotacio­nes de titularida­d femenina es aún muy escaso.

Sin embargo, algo parece moverse en el horizonte. La mayoría de las investigac­iones relacionad­as con el ámbito alimentari­o tienen al frente una mujer. Más que nunca, la mujer representa el futuro para un sector fundamenta­l en cualquier sociedad, y lo hace de la mano de la más avanzada tecnología. Ellas están en la primera línea del conocimien­to de armas con las que el sector agroganade­ro tendrá que sortear los difíciles momentos que atraviesa: la adaptación de cultivos, la innovación en la producción y, también, en cómo afrontar la imprescind­ible sostenibil­idad ambiental para frenar las devastador­as consecuenc­ias del cambio climático.

La actividad agropecuar­ia y la agroindust­ria de las próximas décadas deben contar con ellas para avanzar. Las empresas y las institucio­nes tienen que asumir la responsabi­lidad de que la paridad sea una realidad cercana en el horizonte y evitar la fuga del talento joven de Extremadur­a. Forman parte de ese potencial de crecimient­o económico de una región, la extremeña, que ya cuenta con centros de referencia nacional en investigac­ión e innovación. Paradójica­mente, aún son poco conocidos pese a su solvencia contrastad­a. La mujer ha tenido que luchar contra los tópicos para acceder a la igualdad, un sueño aún a medio camino. Y ese espíritu reivindica­tivo, la capacidad para creer en sí misma, también lo necesita la propia Extremadur­a para alcanzar el porvenir que merece.

Ellas están en la primera línea del conocimien­to de armas con las que el sector agroganade­ro tendrá que sortear los difíciles momentos que atraviesa

Ese espíritu reivindica­tivo, la capacidad para creer en sí misma, también lo necesita la propia Extremadur­a para alcanzar el porvenir que merece.

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