Sin plan B
Once de la mañana del miércoles. Rueda de prensa para informar del 31 Maratón y el 9 Medio Maratón Popular Ciudad de Badajoz. En las Casas Consistoriales, en la plaza Alta, no cabe un alfiler. Junto al alcalde, Ignacio Gragera, y el concejal de Deportes, Juan Parejo, en la mesa presidencial se sientan representantes de la Federación de Atletismo, la Brigada Extremadura XI y Unicaja. Otros patrocinadores toman asiento entre el público, además de deportistas de clubes de la ciudad. Una cita social para presentar la gran fiesta del atletismo popular en Badajoz.
Después de contar los pormenores de las carreras, el alcalde se somete a las preguntas de los periodistas. Era de prever que se interesasen por el dispositivo de seguridad, pues pocas semanas antes se suspendió la Vuelta al Baluarte, a la que se habían inscrito más de 2.500 corredores y patinadores. Se canceló la misma mañana de la prueba, provocando una decepción generalizada entre los deportistas, muchos de ellos procedentes de puntos muy alejados de la región. La sombra de la Vuelta al Baluarte sobrevolaba la presentación del maratón, que requiere un circuito urbano de más de 40 kilómetros y por tanto la presencia necesaria de policías locales para regular el tráfico.
El alcalde respondió con la calma que lo caracteriza. Contó que el operativo de seguridad estaba formado por medio centenar de efectivos. «El dispositivo está organizado y nombrado y nosotros tenemos que confiar en que se cumpla». Después le preguntaron si existía un plan B por si se repetía lo ocurrido con la Vuelta al Baluarte y hubiese policías que se diesen de baja de manera imprevista. Con la misma calma, el alcalde respondió con otra pregunta: «¿Qué plan B puede haber? No existe un plan B. Si uno se encuentra por la mañana con que no se presentan al trabajo, no puede existir un plan B ante la sorpresa, pero yo confío en que si pasa algo, no se espere al último día en el último momento, no podemos tener a la gente en tensión».
Nada de sorpresas. Lo que muchos temían, sucedió. La experiencia anterior no sirvió de aprendizaje. Poco antes de las 15.00 horas del jueves, el ayuntamiento anunciaba que las carreras del domingo se cancelaban por falta de policías locales. De los 50 efectivos citados, 16 estaban de baja, según fuentes municipales. Las últimas comunicadas desde que se había ofrecido la rueda de prensa convertían el dispositivo en insuficiente.
Esa misma noche del jueves, Aspolobba, sindicato mayoritario de la Policía Local, emitía otro comunicado para defender que el operativo inicial ya era insuficiente y que desde que el 26 de febrero se publicaron los listados con los policías convocados, solo se habían producido cuatro bajas. Cuatro bajas que para el alcalde justifican que la carrera se tuviese que suspender. Faltan cuatro agentes de baja (3 médicas y un permiso oficial) y no se puede celebrar una carrera que tenía valladas decenas de calles de Badajoz volviendo locos a los conductores en la búsqueda de aparcamientos. Cuatro agentes de baja y en la Policía Local de Badajoz, una ciudad de 150.000 habitantes, no hay un plan B que permita suplirlos para una carrera a la que se han inscrito 1.511 corredores, que no han podido completar la prueba que llevaban meses preparando, porque cuatro policías han avisado con cuatro días de antelación de que el domingo no estarán en disposición de trabajar. Una carrera convocada a las pocas semanas de que se suspendiese otra por los mismos motivos y en ese tiempo el equipo de gobierno municipal no ha sido capaz de preparar un plan B para impedir que la imagen de Badajoz vuelva a verse dañada por otro sinsentido. Desde la Vuelta al Baluarte del 28 de enero, no han sabido llegar a un acuerdo para impedir que el despropósito se repitiese y, pese a ello, no se cortan en presentar a bombo y platillo otra carrera, más complicada y con mayor repercusión aún que la anterior. Ni plan A tenían.
Desde la Vuelta al Baluarte no han sido capaces de llegar a un acuerdo para impedir un nuevo despropósito