El Periódico Extremadura

Adiós al rey de los colchones

Deja un vacío en el sector comercial de Cáceres de modo circunstan­cial y padre de tres hijos, echó los dientes en Pikolin y logró hacer célebre su colchonerí­a dé la calle San José

- MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com

Cáceres no para de decir adiós. Lo hace ahora entre el granizo, la lluvia y el sol abrasador de este febrero convulso de bochorno político mientras la pena nos atraviesa el corazón. Primero fue Juanvic, luego Pepe Rojo, después José Luis Caldera, más tarde José María Asenjo y esta semana el empresario Manuel Méndez Crespo. Con su marcha crece el obituario de grandes figuras que han hecho grande esta ciudad por su esfuerzo, dedicación y trabajo.

Manolo tenía 80 años, toda una vida dedicada al comercio, a la presidenci­a de la Asociación Obispo Galarza, desde la que luchó con ahínco por el sector al que tan dignamente representó. Hijo de militar, nació circunstan­cialmente en Tánger, en el seno de una familia de seis hermanos (además de él, Luis, Pepi, Dioni, Andrés e Isabel).

Ya en Cáceres, comenzaron a vivir en Fuente Rocha. De la infancia a la juventud y su noviazgo con Amelia Celia Enrique, amor del que nacieron sus tres hijos: Medea, Luis Arturo y Carlos. Manolo fue un trabajador incansable. Empezó en José Luis Panadero, la tienda que durante

Casado con Amelia Celia Enrique, fue padre de tres hijos: Medea, Luis Arturo y Carlos

Bienvenido­s a `Grosso modo', mi pequeña esquina en este periódico extremeño, donde cada quincena nos embarcarem­os en un viaje por una diversidad de temas que atraviesan la actualidad, la cultura, la música, la literatura, la fotografía, el derecho, y cualquier otro tema que pueda captar nuestra curiosidad o afectar a nuestra cotidianid­ad. Como abogado en la Ciudad de Cáceres, mi día a día se nutre de leyes y litigios, pero fuera de los tribunales mi pasión por entender y analizar los distintos aspectos de nuestra sociedad crece exponencia­lmente. En esta columna, mi objetivo es tender puentes entre mi experienci­a legal y los diversos intereses que comparto con ustedes, estimados lectores.

La variedad será la esencia de `Grosso modo'. Desde reflexione­s sobre las últimas novedades en el ámbito legal, pasando por análisis de noticias de candente actualidad, hasta llegar a temas tan universale­s como la cultura popular o el impacto de la tecnología en nuestras vidas. Creo firmemente en que todo está interconec­tado y que desde nuestra apacible Extremadur­a podemos entender y conpaso

Junto a Amelia Celia Enrique tantos años compartió el monopolio del electrodom­éstico con Leocadio. Luego se independiz­ó, primero empleado en labores de ganadería junto a su padre y luego como agente comercial.

En ese sector se inició vendiendo máquinas de escribir y posteriorm­ente se especializ­ó en el mercado de los muebles hasta que hace más de 40 años montó la Colchonerí­a Cáceres en la calle San José, célebre donde las haya.

Fue representa­nte de la Casa Pikolin, donde echó los dientes, y junto a Conejero, primero, y Macías, después, se convirtió en pionero de los colchones, cuando en la ciudad solo un grupo selecto los vendía, no como ahora, que el negocio ha ido perdiendo proximidad tras el desembarco de las grandes superficie­s y la venta por internet y todo se ha ido al carajo.

Manolo, de arrollador­a personalid­ad, fue uno de esos cacereños incansable­s por su actividad. A las ocho de la mañana pisaba la calle y a partir de ahí, no paraba, porque era «un cabezota» a la ora de conseguir sus objetivos, como bien recuerdan sus hijos, rotos de dolor por la gran pérdida de su padre, ejemplo, espejo y faro.

Caballero de la Asociación Virgen de Guadalupe, Méndez fue un enamorado del automovili­smo y la navegación, cuya embarcació­n cuidaba con mimo en el Club Tajomar, a cuyo fomento también estrechame­nte contribuyó.

Vecino durante años de la calle Gómez Becerra y más tarde en Alfonso Díaz de Bustamante, su recuerdo imborrable deja un vacío difícil de suplir.

Y es que con Manolo Méndez se va un referente más de Cáceres, que tan buenos hijos ha dado. Luchadores, emprendedo­res, vitalistas. Gentes que hicieron ciudad y cuyo tesón se debería enmarcar en el más grande de los obituarios.

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CEDIDA A EL PERIÓDICO El matrimonio, en una celebració­n. ▷

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