Una rebelión romática
Ya lo dijo Tagore: «sé como el sándalo, que perfuma el hacha del leñador que lo hiere». No recuerdo ya quién me recomendó leer `Lecciones del loto' pero le estoy eternamente agradecida por las ricas enseñanzas que contiene; se trata de un ensayo sobre la planta que hunde sus raíces en el barro. Un fango del que extrae todos los nutrientes para producir hermosas flores. Insólitamente, el loto fructifica antes de florecer y nos enseña entre muchas cosas que todos nacemos con la extraordinaria capacidad de extraer nutrientes vitales del barro de nuestras propias desdichas y usarlos para fabricar acciones buenas. Estudiar la geometría fractal del loto ha llevado siglos. Las telarañas y los copos de nieve son fractales concéntricos de ahí su belleza y complejidad. Parece ser que los humanos también fabricamos fractales, un ejemplo son las muñecas rusas que encajan a la perfección unas dentro de otras.
Esa perfección es la que ya no existe, nos rodea por todas partes el caos. Se ha roto el equilibro al que aspiraba el alma y sólo hay escépticos y patéticos revoloteando como pájaros que chillan sobre un lago en calma. El clima político es irrespirable, parece como si hubiéramos asumido de Oriente a Occidente que no nos queda más que asumir la timocracia, el gobierno de los ricos…no piensen mal. Debe ser por ello que la política está cada vez más polarizada y ajena al bien común. La mentira es otra ideología.
Hemos perdido a nuestra estrella polar, ningún líder nos salva ya de esta quiebra existencial. La semana que termina nos ha dejado perlitas de la falta de pudor que flota en la trastienda de los partidos. La fractura es dolorosa y se extiende por todas las esferas: política, religiosa, económica, cultural, educacional, racial y hasta sexual.
Nos fulminamos con la mirada; siento que vaya donde vaya, mire donde mire, hable con quién hable, me hundo en el abismo de la polarización. Unos odian a Sánchez en la misma proporción en que otros odian a Ayuso. No hay paz ni silencio. No se respeta la sagrada ecuanimidad Las ramificaciones del odio se extienden e infectan la misma médula del país. Vemos al otro en blanco y negro, en rojo o azul. Hay una textura de pegajosidad y arrabal en las arengas de unos y otros. El totalitarismo de izquierdas es idéntico al de derechas.
Y aún peor, ahora surge una categoría de políticos amenazantes en tiempo real como Óscar Puente, o visionarios que reciben señales del más allá como María Jesús Montero; esa ministra que habla como si estuviera sentada en la butaca de un patio de vecinas andaluz yque representa esa corriente de surrealismo marujil, vamos, una especie de Marujita Maravillas que pasea por el congreso con el carro de la compra lleno de toda la verdulería.
Luego está Ayuso que se encarga de abrir ella solita la frutería con zumos recién exprimidos mientras el odio se agita y aviva desde los medios de comunicación que se relamen por sus venganzas.
Los periodistas parecen contagiados de esa emocionalidad atmosférica con el rugido feroz de la subjetividad impregnando los hechos. Los renglones chorrean eslóganes y saben fruta podrida.
Nos dicen que no todo vale, pero al minuto aplican el todo vale para el otro. Se ha desbocado el descaro; se ataca, se oprime y se insulta sin pudor; se miente sin la menor tiritona en la comisura de los labios y los bandos respectivos consienten, jalean, aplauden. A partir de ahí se entiende la corrupción pues al haber perdido el hábito y el entusiasmo por la verdad, hemos dejado de respetamos a nosotros mismos. No hay otro oficio que el de polarizarnos con esa voluptuosidad tan típica de las Marujas Maravillas que no han visto más flores de loto en su vida que el de un estampado de cortina.
Necesitamos una rebelión romántica que ponga fin a tanta pornografía.
Nos dicen que no todo vale, pero al minuto aplican el todo vale para el otro. Se ha desbocado el descaro, se insulta sin pudor