El Periódico Extremadura

«Me queda mucho por hacer, pero la enfermedad ha hecho que tenga menos ambiciones»

- MARÍA ISABEL R. Palop Instagram: mariaisabe­lr.palop Twitter: @mipalop

A Daniel Navarro Cruz `Niño de Pura' (Sevilla, 1966) no duda cuando habla de su guitarra, de sus ambiciones y de sus ganas de seguir avanzando. Aunque el párkinson le ha puesto la cejilla a una de las mejores guitarras del mundo, `Niño de Pura' sigue aferrado a las primas y bordones con las que ha acompañado y protagoniz­ado la historia del flamenco. El que fuera Giraldillo del Toque de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla (1990), guitarrist­a oficial del maestro Juan Valderrama o autor y productor del inolvidabl­e trabajo de Aurora Vargas, Acero Frío, continúa teniendo muy claras esas reglas no escritas que dictan que cualquier artista con mayúsculas debe cumplir. Al `Niño de Pura' se le agolpan las palabras de puras ganas de compartirl­as, pero la elegancia que destila al conversar y transmitir le ponen a una la piel de gallina. Cualquier aficionado que se jacte de serlo de verdad entenderá que ponerse frente a este maestro provoca la genuflexió­n ante un guitarrist­a que, a pesar de las limitacion­es actuales, no tiene la más mínima intención de autoimponé­rselas, ni a él, ni a su guitarra. Como siempre ha hecho. A esta clase de personas solo las puede parir el flamenco. Pasen y lean.

– Y a usted, ¿qué le queda por hacer?

–Me quedan por hacer muchas cosas; algunas que hubiera querido hacer y otras que sí voy a seguir haciendo, como componer. Siempre he intentado, porque así es mi forma de ser, el buscar y avanzar. Estoy convencido de que me queda mucho por hacer, pero se me ha cruzado la enfermedad del Parkinson, y eso ha hecho que tenga menos ambiciones. Pero lo que desde luego tengo claro es que siempre seguiré con mi guitarra.

En 1990 se alzó con el Giraldillo del Toque de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla y en ese momento decidió dejar los concursos…

– – Sí, con ese concurso se consagraba uno del todo. Al Giraldillo se ha presentado Chocolate, Camarón… era el concurso de los profesiona­les. Los otros también son importante­s: Sevilla, Córdoba, Jerez…, tienen mucha importanci­a y no seré yo quien se la quite, pero, cuando ganas ese premio, el Giraldillo, que es el galardón más grande, no tiene mucho sentido que ya vayas a otros certámenes… El Giraldillo te enmarcaba y te consado graba como artista.

– ¿Y cuándo se sabe que uno llega a su último concurso, que ya no más?

– Cada uno piensa y lo cree de una manera…, si has ganado en Badajoz (`Niño de Pura' consiguió el Primer Premio Internacio­nal de Badajoz organizado por la Federación de Entidades Extremeñas en 1987); has ganado en Jerez (en diciembre de 1984 consigue el primer Premio Nacional concedido por la Cátedra de Flamencolo­gía de Jerez de la Frontera), Murcia (el mismo año de Jerez consiguió el Festival Nacional del Cante de las Minas de La Unión, Murcia) y luego ganas el galardón más grande, no le encuentro sentido a seguir presentánd­ose a más concursos. Luego, en esos mismos concursos, he estado de jurado y esa transición la veo más lógica. Me han llegado ofertas para concursar, pero ahora mismo…,

– ¿Y cómo los vive como jurado?

–Se pasan muchos nervios. Recuerdo, yo como concursant­e, ver a Manolo Sanlúcar como jurado y yo pensaba: ellos, los maestros, no se pondrán nerviosos… ¡Porque yo desde luego lo estaba! ¡Pobre de mí! Es justo al contrario. Yo no tenía que ponerme nervioso sino ellos. Se pasan más nervios cuantienes tu nombre y eres mayor porque el público espera de ti lo que ya has dado.

¿Y cómo se combate la desilusión de no ganar un concurso?

– – Uno no tiene porqué desilusion­arse, ¡hay que mantenerse al pie del cañón! Al concursar, en realidad, no te juegas nada. Mire, a mi me pasó. En 1980 me presenté a mi primer concurso y obtuve el segundo premio en Jerez. La gente que se desilusion­a quizás, lo que le falte, es espíritu para hacer las cosas porque eso lo tienen que tener: ganas de hacerlo y no desilusion­arse por no quedar primero. Cuando quedé segundo, hasta que no gané el primer puesto, no me quedé tranquilo. Hay que tirar para adelante y no hay que venirse abajo, sino venirse arriba para seguir al año siguiente.

– Entre otras muchas vivencias, ha sido el guitarrist­a oficial de Juan Valderrama, ¿qué aprendió usted de él?

– Mucho, aprendí mucho de él, era un hombre que lo decía todo, no se guardaba nada. Era una persona muy agradable, cariñoso, buena gente y un tío que había que quererlo. Era un libro abierto. Yo tenía quince o dieciséis años y me tiré casi ocho con él y, la verdad, me lo pasaba muy bien; me enseñó mucho de lo que es este mundo, ¡tenía dos cojones, era un fenómeno!

– ¿Cuál ha sido el mejor consejo que le dio?

– Me daba muchos porque no se callaba nada, pero recordando…, creo que el que le daba a todo el mundo: cuando se suba al escenario, uno se tiene que partir en dos; y cuanta más gente y más público, más ahínco. Me decía, cuando no me sentía con ganas: «Dani, cuando uno está sin ganas es cuando se tiene que venir arriba y tener muchas ganas”

«El Giraldillo te enmarcaba y te consagraba como artista»

«Se pasan más nervios cuando tienes tu nombre y eres mayor porque el público espera de ti lo que ya has dado»

– ¿Cree que la historia le ha dado el lugar que debería ocupar?

– No se le ha dado para nada. Valderrama podía haber enseñado mucho a los aficionado­s al flamenco y no le han dejado. Él hizo una propuesta a la Junta de Andalucía justo unos 3 o 4 años para realizar unas conferenci­as didácticas. Pidió un dinero, que no era mucho, y no se lo aprobaron. ¡Fíjese lo que hubiera enseñado! Podría haber sido una maravilla…

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ROBINSON SOLÍS

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