Demasiado humanos
Rosa María
lord Byron: «El árbol de la ciencia no es el de la vida» y cada ser humano posee la suya propia, incluida su salud. Algo que deberían de tener presente al acercarse a otro igual, como seres simbiontes, con compasión, pues: «la humanidad nos la han contagiado, es una enfermedad mortal que nunca hubiéramos desarrollado si no fuera por la proximidad de nuestros semejantes». (F. Nietzsche). Porque, qué sería de los médicos sin pacientes.
Como héroe, todos conocemos casos a diario de hazañas que podrían considerarse casi milagros.
Y, respecto a la última premisa: hablar como una persona normal, creo que elegir bien las palabras que se dirigen a otro, sea quien sea, nutre o pudre y, bien empleadas, está científicamente probado su poder de sanación. Aunque siempre existen esos humanos demasiado humanos, que tal vez sólo tengan un mal día, pero que si cejan en el empeño tras ser conscientes de su error, en lugar de admitirlo y pedir disculpas, pareciera que
perdieran su elevada posición de prestigio sobre el resto. Cuando hacerlo demostraría modestia y acercaría su encumbrada posición a la del paciente, cuya expuesta situación ya es suficientemente frágil como para, encima, soportar falta de humanidad, en la medida y forma que sean de alguien supuestamente profesional y especialista en lo suyo, pues uno y otro van de la mano. Bien por mal hablar como por mal escuchar, causando ambas ruptura en cualquier tipo de relación, tanto como juzgar o cuestionar decisiones del paciente consensuadas con otro colega, sólo por ir en contra de su criterio, normalmente, tomadas por el conocimiento de sí mismo y sus patologías.
Llegados a este punto, tú eliges si responder con la paciencia y asertividad que no recibiste y dar ejemplo u otras alternativas. Antes, pregúntate qué te mereces.