El Juan Espadas extremeño
El 5 de julio de 2022 escribí aquí mismo `El PSOE extremeño postsanchista', donde me adelanté un año a la pérdida del Gobierno de Fernández Vara, y casi dos a la certeza de que la alineación acrítica de todo el PSOE extremeño con el sanchismo determinaría su futuro. Extremadura no es una región cualquiera en relación con el PSOE. Durante treinta años formó la triada del socialismo sistémico junto a Andalucía y Castilla La Mancha. El rastro de la Guerra Civil (muchos antepasados asesinados por el franquismo) pesaba más que su sociología tradicionalista. La disolución progresiva del trauma histórico, la terrible crisis financiera de 2008 que evidenció el neoliberalismo del PSOE y la metástasis corrupta andaluza terminaron con el ensueño: en Andalucía el PSOE logró su última mayoría absoluta en 2009 y el PP la primera en 2022; en Castilla La Mancha el PP logró su primera absoluta en 2011, aunque luego García-Page ha recuperado terreno; en la Extremadura de 2027, PSOE y PP habrán gobernado, cada uno, la mitad de los últimos dieciséis años. El PSOE del sur se ha desinflado.
No hay mejor símbolo de esta decadencia que Juan Espadas. Exitoso alcalde de Sevilla durante siete años (2015-2022), fue elegido a dedo por Sánchez en 2021 para desbancar a su gran rival, Susana Díaz, al frente del PSOE andaluz. Resultado: primera mayoría absoluta andaluza del PP (2022) y pérdida de la alcaldía socialista de Sevilla (2023).
No parece casual que los dos extremos del PSOE del sur (la resistencia del castellanomanchego y el hundimiento del andaluz) se sitúen también en dos extremos de la relación con Sánchez: la soledad crítica de García-Page y el seguidismo servil de Espadas.
No había excesiva intriga en la «renovación» extremeña, en cuanto que se trataba de una lucha entre las redes clientelares de la Diputación de Cáceres (Garlito) y Badajoz (Gallardo) y, como era previsible, ha ganado la que tenía más gente: Gallardo logró en la provincia de Badajoz más votos que Garlito en toda Extremadura. A fin de cuentas, ya se sabe, el PSOE de Extremadura son dos: Mérida y Badajoz.
Algo más de interés había sobre la singular influencia de Ferraz, en cuanto que en Extremadura Sánchez no ha necesitado imponer candidato: Garlito era una declarada sanchista y a Gallardo no le hacía falta declararlo.
Es un buen momento para recordar que solo dos meses después de que Pedro Sánchez venciera en las primarias de 2017, su hermano, David Sánchez Pérez-Castejón, `David Azagra', aterrizó como «coordinador de actividades de conservatorios» en la Diputación de Badajoz (presidida por Gallardo), presentando como principal mérito la realización de una entrevista en el despacho de una diputada provincial del PSOE. El hermano de Sánchez apenas trabajó un par de años, porque solicitó una excedencia, aunque el presupuesto de su oficina ha crecido más de un 200%, y su salario un 22%. En la actualidad teletrabaja desde Elvas, es decir, coordina los conservatorios pacenses desde Portugal. Fue ascendido después de que la ópera «La paz perpetua» (2023) costara casi 130.000€ —de fondos públicos— y recaudara cerca de 2.000€. ¿Se haría necesario declarar un sanchismo más leal?
Gallardo llega a la secretaría general del PSOE extremeño tras protagonizar el mayor fracaso político del partido en medio siglo: la fallida fusión de su pueblo, Villanueva de La Serena, con Don Benito. De hecho, las dos cosas que debería aclarar el recién elegido en sus primeros cien días son, precisamente, el proceso de selección del hermano de Pedro Sánchez y de qué hablaron él y José Luis Quintana durante la noche del recuento electoral más largo de la historia, que asentó la idea del pucherazo entre los dombenitenses, hasta costarle la alcaldía al PSOE.
A nadie se le escapa que Gallardo era el candidato de Rodríguez Ibarra, orgulloso defensor de lo que se ha venido llamando `vieja política'. En cierto modo, he aquí la característica principal del nuevo secretario general del PSOE extremeño: un doble salto hacia el pasado y hacia el futuro vacío del postsanchismo. Dicho de otra manera, Gallardo representa una aspiración aparentemente imposible: volver al PSOE pre-Sánchez sin condenar a Sánchez. ¿Logrará la primera mayoría absoluta del PP en Extremadura? ¿Será el Juan Espadas extremeño?