Suicidio genético. Cuando decidimos no tener hijos
Adía de hoy hemos superado los ocho mil millones de individuos en el planeta, de los trescientos mil millones que hemos sido en el conjunto de nuestra especie. Jamás hemos sido tantos en un tiempo concreto de la historia humana. Junto a ello, los datos nos dicen que apenas nos sustituiremos en un futuro próximo, a tenor de que para que se reproduzca el grupo necesitamos que cada mujer tenga de media 2,1 hijos -algunos lo amplían a 2,39-, y en el caso de España, apenas llegamos a 1,29; y ni que decir de Corea con 0,78 y Japón similar a nuestro país.
Varios son los factores que “explican” tal acontecer: emancipación de la mujer, falta de vivienda, salarios bajos, imposibilidad de conciliar trabajo y vida familiar… y un sinfín de factores que queramos añadir. Sin embargo, apenas somos conscientes de lo que a mi juicio es lo fundamental: el equilibro entre la tecnología disponible -para conseguir energía del medioy el consumo que representa cada ser humano al planeta. Necesi tecnologías -en el sentido amplio- que permitan recuperar esa energía necesaria del medio a la vez que detraer de nuestros ilimitados deseos de bienes que nuestra cultura ofrece como respuesta.
Por otra parte, la desigualdad de consumo de energía entre países y personas nos sitúa en esta encrucijada; sabiendo que de consumir todos como un norteamericano medio tan sólo podrían vivir en la Tierra mil quinientos millones de personas, ampliadas a tres mil quinientos de vivir en Europa y doce mil millones -es decir, más de los que somos en la actualidadcrificio
consumiéramos todos de media como lo hacen en la India. El mismo cálculo podemos hacer sobre las élites de cada país.
La respuesta a esta trilogía, insuficiente tecnología aplicada para conseguir energía del medio, distribución muy desigual de los recursos y una cultura viciada con los deseos infinitos del consumo, se produce ante lo que podemos llamar suicidio genético de una parte importante de la población mundial.
Cuando decidimos no tener hijos, debemos saber que nos estamos suicidando genéticamente, es decir, nuestros genes no estarán en el futuro. Lo hacemos de forma inconsciente a modo de sasitamos por el grupo, pero debemos preguntarnos sino hay otras formas, estas que hemos mencionado: cuidado con lo que deseamos, la excesiva desigual en el consumo y la posibilidad de ampliar nuestra tecnología en busca de mayor eficacia en la gestión de la energía. Quizás el suicidio genético debería ser la última respuesta. ¿O no?
Cuando decidimos no tener hijos, debemos saber que nos estamos suicidando genéticamente