Cáceres transforma plazas y palacios en una Pasión Viviente que impresiona
La Semana Santa se asegura un prólogo excepcional, con unos 250 actores y figurantes en 25 escenarios El público se movió de plaza en plaza entre efectos de luz, música, coros y una interpretación ejemplar
Cuando Jesús de Nazaret vivió y predicó sus enseñanzas, Cáceres ya tenía sus pilares asentados bajo el actual Palacio de Mayoralgo, donde se conservan los primeros restos de Norba Caesarina (siglo I a.C.). Por ello, esta ciudad, que durante la Semana Santa se convierte en una pequeña Jerusalén, ofrece cada año una simbiosis perfecta entre su arquitectura y los pasajes de la vida de Cristo. Y así, la Pasión Viviente volvió a llenar ayer las calles, plazas y adarves del casco histórico, con una afluencia multitudinaria que se supera en cada edición, desde su inicio en 2018.
La excepcional interpretación del actor Máximo Leal como Jesucristo, un Jesucristo tan humano que captó desde el principio la complicidad del público, y el plantel de buenos actores en las figuras de Herodes, Judas, Caifás, Pilatos, la bondad, la maldad o la propia muerte, junto con una carga dramática que impresionó en cada escena, y la apertura de ventanas y
balcones palaciegos con personajes históricos como parte de los escenarios, todo ello, todo unido a esa inigualable estampa que ofrecen las callejuelas del Tercer Conjunto Monumental de Europa, brindó anoche una apertura excepcional a la Semana Santa cacereña, que ya se respira por los cuatro costados.
Bajo la dirección artística de Marcos Yépez, la Pasión Viviente sigue una evolución ascendente con más de 250 artistas en 25 escenarios, el Coro Isaac Albéniz, la Banda
de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo del Humilladero de Cáceres, la Asociación de Romanos de Mérida, y los apoyos tras el telón de las principales fundaciones cacereñas, además de distintas empresas y colectivos que se han implicado con el ayuntamiento para hacer posible esta rápida evolución en muy pocas ediciones.
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LAS SECUENCIAS Las primeras novedades escénicas llegaron junto al Arco de la Estrella, cuando las alegres palmas de la entrada en Jerusalén
se coronaron al instante de crespones negros con lúgubres presagios. En el Huerto de los Olivos (plaza del Conde de Canilleros), el público disfrutó del placer de escuchar el Padre Nuestro cantado en arameo, mientras Jesús oraba temeroso y los discípulos dormían.
Y en Santa María, Caifás arengó al pueblo que minutos antes había recibido entre loas a Jesús, mientras Judas, en una nueva escena introducida este año, dejaba caer las treinta monedas desde el torreón frente a la concatedral, y una soga
simbolizaba su final. Luego San Jorge, y el adarve, y San Mateo… El público se movía con rapidez de un espacio a otro para tratar de lograr un hueco, o al menos escuchar las secuencias.
La Pasión Viviente ya se ha consolidado como prólogo excepcional a las veinticuatro procesiones que desde mañana recorrerán Cáceres. Todo está listo y se respira especial ilusión en las hermandades, más reforzadas con un aluvión de nuevos cofrades. Comienza así la semana grande de Cáceres.