El Periódico Extremadura

Ciudades sedientas

Las ciudades, que albergan a la mayoría de la población mundial, enfrentan desafíos significat­ivos para garantizar un suministro adecuado de agua potable. Desde la sequía hasta el consumo excesivo, examinamos las diferentes causas que contribuye­n a la sed

- TEXTO Atala Martín

Desde mediados del siglo XIX, la Revolución Industrial trajo consigo un rápido crecimient­o urbano y económico en todo el mundo. Sin embargo, este desarrollo sin restriccio­nes también llevó a consecuenc­ias negativas para el medio ambiente, incluida la escasez de agua. Durante este período, las voces de alarma ya comenzaron a advertir sobre los peligros del crecimient­o descontrol­ado de las ciudades. El aumento de la producción industrial y la expansión de las áreas urbanas llevaron a la disminució­n de los bosques y la alteración de los ecosistema­s naturales. Estos efectos adversos se hicieron evidentes en la salud pública de las comunidade­s urbanas, donde muchas personas sufrieron enfermedad­es relacionad­as con la mala calidad del agua.

Uno de los desafíos más apremiante­s que enfrentan las ciudades contemporá­neas es la disponibil­idad limitada de agua potable. A pesar de que nuestro planeta está cubierto en un 75% por agua, la mayoría de ella se encuentra en los océanos y mares, lo que dificulta su aprovecham­iento para el consumo humano. Esta paradoja se debe a que solo el 3% del agua disponible en el planeta es dulce y apta para el consumo humano. Gran parte de este porcentaje se encuentra en los polos, lo que plantea problemas adicionale­s debido al calentamie­nto global y el deshielo. Este fenómeno ha llevado a la mezcla de agua dulce con agua salada en los océanos, lo que pone en peligro la viabilidad de muchas ciudades costeras.

A lo largo y ancho del mundo, hay numerosas ciudades que experiment­an escasez de agua debido a una combinació­n de factores mencionado­s anteriorme­nte.

Soluciones

Una de las formas más efectivas de abordar la escasez de agua es promover su uso eficiente. Esto puede incluir la implementa­ción de programas de educación pública para fomentar prácticas de consumo consciente, la instalació­n de sistemas de recolecció­n de agua de lluvia y la adopción de tecnología­s de riego más eficientes en la agricultur­a y los espacios verdes urbanos. La inversión en infraestru­ctura es fundamenta­l para garantizar un suministro confiable en las ciudades. Esto implica la construcci­ón y actualizac­ión de sistemas de distribuci­ón de agua, la mejora de la infraestru­ctura de recolecció­n y tratamient­o de aguas residuales, y el desarrollo de proyectos de desaliniza­ción y reutilizac­ión del agua.

Además, la gestión integrada de los recursos hídricos es esencial para abordar los desafíos de la escasez de agua en las ciudades. Esto implica la coordinaci­ón entre diferentes sectores y actores, incluidos los gobiernos locales, las empresas, las organizaci­ones de la sociedad civil y la comunidad en general. La gestión integrada de recursos hídricos también implica la protección y conservaci­ón de los ecosistema­s acuáticos para garantizar un suministro sostenible de agua.

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