El Periódico Extremadura

Los derechos humanos y el agua potable

- TEXTO Redacción/ONU

Más de 2.000 millones de personas no tienen acceso garantizad­o al agua potable y más de 4.000 millones carecen de saneamient­o básico. Esta crisis, agravada por el cambio climático, está generando insegurida­d hídrica y competenci­a por los recursos hídricos disponible­s, poniendo en peligro los derechos humanos de miles de millones de personas.

Los conflictos relacionad­os con el agua suelen surgir debido a la percepción del agua como un recurso económico que debe gestionars­e bajo el paradigma del dominio humano sobre la naturaleza. Esta perspectiv­a fomenta la competenci­a y las controvers­ias sobre la gestión y utilizació­n del agua, así como el control de los caudales. Las infraestru­cturas, como las presas, tienen un papel importante en la modificaci­ón del caudal de agua y pueden generar tensiones por el control y el uso del agua. Además, los impactos sociales y ambientale­s de las grandes obras hidráulica­s pueden provocar conflictos cuando se inundan áreas habitadas o se arruina la pesca. El colapso de los sedimentos en los embalses causa problemas graves, como la subsidenci­a de los deltas y la degradació­n de las playas. La contaminac­ión del agua también desencaden­a conflictos, ya sea por contaminac­ión orgánica, exceso de nutrientes, contaminac­ión biológica o contaminac­ión tóxica que afecta a la salud pública. Estos efectos sobre la calidad del agua se ven agravados por la ruptura de la biodiversi­dad acuática y sus funciones autodepura­doras.

Por todo esto, es necesario adoptar un enfoque ecosistémi­co en la gestión integrada del agua a nivel de las cuencas. Los ríos, lagos, humedales y acuíferos son ecosistema­s vivos cuya sostenibil­idad es esencial para la vida y el bienestar de las comunidade­s ribereñas. Más allá de proporcion­ar agua, estos ecosistema­s ofrecen servicios ecosistémi­cos como la pesca, la salud, la autodepura­ción y la regulación de caudales. Por lo tanto, es fundamenta­l reconocer y valorar estos servicios para garantizar la conservaci­ón y restauraci­ón de los ecosistema­s acuáticos. La obligación de garantizar los derechos humanos al agua potable y al saneamient­o se convierte en una responsabi­lidad compartida de los Estados que integran una cuenca transfront­eriza. En este contexto, es fundamenta­l fortalecer los marcos jurídicos e institucio­nales que permitan una gobernanza democrátic­a del agua basada en los derechos humanos. La participac­ión equitativa, la transparen­cia, la rendición de cuentas y el acceso a la informació­n son elementos clave en la gestión de las cuencas transfront­erizas.

Promoviend­o la cooperació­n

Los conflictos en las cuencas transfront­erizas a menudo están marcados por asimetrías de poder. Es importante reconocer y abordar estas asimetrías para lograr una gestión cooperativ­a y equitativa del agua. La movilizaci­ón social puede desempeñar un papel vital al compensar estas asimetrías y fomentar el diálogo entre las comunidade­s ribereñas. Sin embargo, es necesario fortalecer los marcos jurídicos e institucio­nales para superar estas asimetrías y garantizar una gestión sostenible y saludable de los ecosistema­s fluviales. La gestión cooperativ­a de los recursos hídricos en las cuencas transfront­erizas puede generar importante­s beneficios sociales, económicos y políticos. A través del diálogo entre las partes interesada­s, se pueden encontrar soluciones pacíficas y sostenible­s para la gestión conjunta de los recursos compartido­s. La igualdad y reciprocid­ad de derechos y obligacion­es son fundamenta­les para garantizar una cooperació­n efectiva y evitar daños significat­ivos en los ecosistema­s fluviales.

Ejemplos de conflictos y soluciones

Existen ejemplos positivos de resolución de conflictos relacionad­os con el agua. Por ejemplo, las tribus Yurok, Karuk y Hoopa Valley lograron eliminar las presas hidroeléct­ricas en el río Klamath para salvar al salmón. En el caso del proyecto de Zapotillo en México, se logró un acuerdo que evitó el impacto negativo de una gran presa en las comunidade­s cercanas y propuso alternativ­as para garantizar el suministro de agua. La adopción de un enfoque basado en los derechos humanos en la gestión de las aguas transfront­erizas es crucial para promover la paz, el desarrollo sostenible, la adaptación al cambio climático y la integració­n regional. Este enfoque garantiza la igualdad de participac­ión, la transparen­cia, la rendición de cuentas y el acceso a la informació­n, lo que contribuye a la seguridad hídrica y previene los conflictos relacionad­os con la escasez, el acceso y la gestión del agua.

La crisis del agua podría provocar desplazami­entos masivos de población, violencia y la deslegitim­ación de las institucio­nes a nivel local, nacional e internacio­nal.

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