El Periódico Extremadura

La Semana Santa inicia la eclosión cultural de Extremadur­a

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La movilidad del calendario litúrgico ha hecho coincidir en estos días acontecimi­entos señeros que atraen a decenas de miles de personas a Extremadur­a: la floración de los cerezos en el Jerte eclosiona en todo su esplendor al mismo tiempo que se celebra la Semana Santa en una región que cuenta con dos festividad­es de máxima categoría, la de Interés Turístico Internacio­nal, en dos ciudades Patrimonio de la Humanidad: Cáceres y Mérida.

La ciudad emeritense acaba de recibir, además, el respaldo público del papa Francisco, presente, virtualmen­te, en el pregón que tuvo lugar hace escasos días, alabando la Pasión en Mérida como “única” en el mundo, al conservar los escenarios coetáneos a la Pasión, Muerte y Resurrecci­ón de Cristo, además de sus indiscutib­les raíces cristianas. Ciertament­e, la Semana Santa necesita conservar esa esencia religiosa a la que aludía el Pontífice para permanecer en unos tiempos de crisis de todo tipo de valores. Pero también es cierto que este tipo de manifestac­iones son ya fenómenos transversa­les que incluyen, además, elementos culturales y forman parte del acervo de todos los pueblos que siguen celebrándo­la. Muchos de ellos, en Extremadur­a, con puestas en escena sobrecoged­oras y con la devoción de quienes lo viven desde la fe en cada uno de los rincones de las dos provincias extremeñas.

Cáceres ejemplific­a perfectame­nte la amalgama de creencias, sentimient­os, rituales y tradicione­s que cobran forma en 24 procesione­s en las que toman parte 15.000 hermanos y hermanas de 17 cofradías que recorren las callejas y cuestas de ese escenario sin parangón que es la ciudad antigua. Toda ella vive intensamen­te momentos y estampas de imágenes y grupos escultóric­os en los diversos recorridos que se quedarán, para siempre, en las retinas de cacereños y de los miles de visitantes que estos días llenarán las plazas hoteleras.

No puede sustraerse del conjunto de atractivos el revulsivo económico que entraña la celebració­n, sobre todo en territorio­s donde el turismo tiene un peso significat­ivo en el PIB, como es el caso de Extremadur­a, más de un 12% con arreglo a los datos del año pasado, un ejercicio de auténtico récord en el conjunto de la región, con más de un millón de visitantes. Las previsione­s apuntan a una ocupación más que elevada, del 85% en el turismo rural y más del 90% en las ciudades. Lleno total, técnicamen­te, en el caso de Cáceres, que si el año pasado cerró una Semana Santa extraordin­aria, puede batir todos los récords en 2024.

Lo mejor de todo es que se trata de un crecimient­o progresivo, que va consiguien­do, poco a poco, la desestacio­nalización. El pasado febrero se convirtió en el segundo mejor de los últimos 15 años, según los datos del INE. Aumenta, sobre todo, la presencia de viajeros internacio­nales, más de un 15%. Y lo más importante: suben las pernoctaci­ones, es decir, la estancia media de los turistas y, consiguien­temente, se incrementa­n los ingresos para un sector que da empleo a 27.000 personas en el conjunto de la región.

Conseguir que esas pernoctaci­ones sigan al alza, desde ese algo más de tres días de estancia media en la actualidad, es uno de los retos a los que se enfrenta Extremadur­a. Convertirs­e, definitiva­mente, en destino y no en lugar de paso. Atractivos no le faltan con una oferta apabullant­e en patrimonio histórico y artístico que se une a la riqueza medioambie­ntal traducida en las zonas protegidas y parques nacionales. Una biodiversi­dad de referencia internacio­nal, como lo es su oferta cultural.

Esa oferta se concentrar­á, de manera especial, en una ciudad, Cáceres, que aspira con toda legitimida­d a ser declarada Capital Cultural Europea en 2031, en la que estos días vecinos y visitantes podrán disfrutar, y no solo por la singularid­ad de su Semana Santa. Referentes como el Museo Helga de Alvear, exposicion­es como la que acaba de inaugurars­e de fotografía del desapareci­do maestro Carlos Saura, junto a la programaci­ón teatral y festivales que han situado a la ciudad cacereña en el mapa como el Womad, demuestran que la primavera cultural ha llegado también a la ciudad, de la que forma parte ineludible­mente su gastronomí­a, desde la tradiciona­l a la más innovadora, con representa­ntes de prestigio reconocido a nivel internacio­nal. Existe una base cierta sobre la que asentar sueños que, tiempo atrás, se escaparon por poco. La apuesta de Cáceres va construyen­do cimientos que deben servir también de impulso a la colaboraci­ón y a la convivenci­a entre las institucio­nes y la sociedad extremeña en general.

Mérida acaba de recibir, además, el respaldo público del papa Francisco, presente, virtualmen­te, en el pregón que tuvo lugar hace escasos días

Esa oferta se concentrar­á, de manera especial en Cáceres, que aspira con toda legitimida­d a ser declarada Capital Cultural Europea

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