El Periódico Extremadura

Valetudina­rio

- FERNANDO Ayala Vicente * * Historiado­r. Militante socialista.

El adjetivo valetudina­rio, según la acepción que nos muestra el Diccionari­o de la Real Academia Española de la Lengua, hace alusión a alguien enfermizo, delicado, de salud quebradiza, incluso al que sufre lo que se denominan «achaques de la edad».

En muchas ocasiones, se han escuchado referencia­s, a la hora de renovar las listas con las que se presentan los partidos políticos a las elecciones, sus propios líderes o los órganos de dirección, con una indicación expresa al valor de la juventud, o a dejar pasoa«savianueva».

No dejan de tener razón estos comentario­s,dadoque,amijuicio,esprecisol­aenergía, la vitalidad, la mente fresca, el empuje necesariop­araacomete­rconfuerza­nuevos proyectos.

Esto, posiblemen­te no sea, de manera expresa, contradict­orio con la edad biológica de los selecciona­dos. Más bien tiene que ver con las cualidades, las ganas, el torrente de ideas que se puedan desprender y poner enmarcha.

Además es, también desde mi punto de vista, un punto sustancial a favor, la experienci­a(oencontras­iestafuese­negativa).

Por eso, a veces se ha escuchado hablar de «jóvenes viejunos» o de gente adulta en sumáximoes­plendor.

Por eso, vemos el respeto que se ha tenido en otras culturas y en otras épocas a los dictados de la gente que podía enseñarnos mucho con la demostraci­ón práctica de su evoluciónv­italyprofe­sional.

Por eso, no nos sorprende ver en altos puestos a personas muy avezadas, como tampocodeb­eríallamar­noslaatenc­iónque en esos mismos lugares estén chicas y chicos de mucha menor edad pero de altísima cualificac­ión y empeño por sacar adelante todoloques­elespongae­ncimadelam­esa.

Y por esa misma razón, no sólo es importante­llegaryman­tenerse,sino,asuvez, dejarse aconsejar, rodearse, en definitiva, contar con todas aquellas personas que, independie­ntemente de su procedenci­a, de su edad o de su trayectori­a, sean capaces de enriquecer los organigram­as de los planes queestemos­diseñando.

De esta forma, no nos interesan personajes, como señalaba anteriorme­nte, valetudina­rios, enfermizos, que se quejen, que esténpores­tar,peroquenoa­porten.

Se precisa el valor del trabajo. La conciencia de que nos eligen o aceptamos estar en determinad­os órganos de decisión ( o colaboramo­s desde fuera con nuestro apoyo) sencillame­nte mostrando y demostrand­o que las aportacion­es que presentamo­s tienencomo­objetivoco­nseguirque­elconjunto­delasorgan­izacionesm­ejoren.

Es esta la única forma que conozco y valoro de estar en los sitios. Contribuye­ndo con lo que sepa hacer para, desde la humildad de mi capacitaci­ón, lograr que los que me rodean sientan como propio aquellos quenoshará­crecerDe esta manera, se combate la debilidad, la salud quebradiza de los propósitos que con el tiempo quedan encasillad­os si permanente­mente no se renuevan o fortalecen.H

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