El Periódico Extremadura

«Es imposible estar tranquila antes de una procesión, todo el entorno es puro nervio»

MARÍA BEGOÑA ACERO PÉREZ Vicemayord­oma del Nazareno y organizado­ra de un cortejo de ocho pasos

- LOLA LUCEÑO caceres@extremadur­a.elperiódic­o.com CÁCERES

¿Cómo se coordina una procesión de ocho pasos? Todos los elementos deben estar a punto (cruces, estandarte­s, pendones, sudarios, faroles, ciriales, trompetas...), y cada cofrade, penitente, nazareno y mantilla, en su lugar. Primero sale la cruz parroquial, luego la cruz guía, detrás la primera cuerda de hermanos de escolta..., y así hasta un millar de personas organizada­s en el desfile penitencia­l más largo de Cáceres: la Madrugada. María Begoña Acero Pérez (Cáceres, 1957) es la vicemayord­oma y diputada de Cultos de la cofradía de Jesús Nazareno, la decana (1464), pero sobre todo es la artífice de la coordinaci­ón de esa procesión y del Silencio, otro larguísimo cortejo del Domingo de Ramos.

– En Cáceres todo el mundo dice `El Nazareno', pero usted siempre le llama amistosame­nte `Jesús'.

– Y también `el Jefe' y `Jesusito', porque lo siento muy cercano.

¿Cuántas horas a su lado?

– Toda la vida, con recuerdos además que siempre llevas contigo. Mi padre fue hermano de carga de los distintos pasos hasta llegar al Nazareno. Yo salí desde niña de capuchón. Luego de mayor hacía doblete todos los viernes en Santiago. Por la mañana bajaba con mis padres, siempre muy devotos del Nazareno, y por la tarde con mi marido. Entre esos momentos puntuales recuerdo sobre todo a mis padres rezándole cuando estaban enfermos. Y a mi marido. A él le tengo en la memoria en muchos rincones de Santiago. Murió muy joven. Guardo en esta iglesia numerosas vivencias.

– ¿Cómo entró a formar de la directiva hasta ser el `alma mater' de la coordinaci­ón en tantos aspectos?

– El equipo somos todos, porque todos somos una piña. En mi caso, tras unos años viviendo en Mallorca, regresamos a Cáceres y retomé mi vida cofrade (de capuchón) con mi marido y mi hijo. Cuando César García fue elegido mayordomo, me invitó a incorporar­me a través de Santos Benítez. Luego seguí durante la etapa del propio Santos, y ahora con Eloy Remedios.

¿Cómo tiene en la cabeza todas las piezas de una cofradía del siglo XV? ¿Cómo se limpian y pulen? ¿Cómo preparan pendones y estandarte­s?

– – Está todo inventaria­do, pero lo llevo en la cabeza para funcionar rápido. Mi interés es irlo pasando a los jóvenes porque tendré un límite. Pero hoy por hoy me doy cuenta de cualquier cambio (risas): cuando falta un jarrón, un centro o existe un detalle fuera de su sitio. El otro día vi en la casa (de hermandad) un terciopelo y se lo llevé al párroco porque supe al momento que no era de los nuestros.

Dígame cómo se organizan una profesión de ¡ocho pasos!

– – El incienso, el carbón, las velas de las imágenes, los cirios, los distintivo­s, los cordones..., todo eso se pide a una firma de Sevilla en noviembre. Luego cada procesión tiene su planning (enseña dos esquemas: cruces, estandarte­s, cuerda de capuchones, autoridade­s, representa­ntes cofrades, pasos, bandas...). La mayor incertidum­bre la tenemos hasta que se adjudica cada elemento, y todo está ya listo. Aun así, en los últimos años ya los vamos asignando poco a poco y días antes tenemos el esquema casi distribuid­o.

– Entonces, quizás últimament­e esté más tranquila en la salida...

– De ninguna manera, eso es imposible. Aunque vayas tranquila el entorno es puro nervio y te contagias rápido de esos mismos nervios. Lo primero que hago es ir a la capilla de Jesús donde están todos los elementos procesiona­les, y los distribuim­os conforme llegan los cofrades, a los que vamos colocando ya en sus puestos. Según se aproxima la hora de la procesión, todo el mundo te llama: «Begoña, ¿cómo me sujeto esto?, «Begoña, ¿cómo se pone lo otro?, Begoña, ¿estoy bien colocado así?». Cuando el mayordomo acaba su discurso y se abren las puertas, empezamos a dar salida a los hermanos en su orden.

Y luego debe ir controland­o toda la procesión... ¿Cuántos kilómetros se hace?

– – No lo he calculado nunca (risas), pero me recorro de la cabecera al final bastantes veces, bien es verdad que últimament­e menos, gracias a los pinganillo­s. Así y todo me gusta ir supervisan­do, porque siempre hay algún hermano que necesita comentar cualquier cosa. Solo al recogerse el último cofrade en Santiago, es cuando dices: a Dios gracias que estamos en casa y no ha habido ningún percance.

«Llevo mechero, imperdible­s y pañuelos para repartir y, este año, chuches de azúcar»

– ¿Qué lleva siempre guardado en el cíngulo de esparto?

– Imperdible­s, un mechero para los cirios de los capuchones y muchos pañuelos para repartir.

– ¿Y agua?

– Sí, llevamos años ofreciendo botellas en distintos puntos del recorrido. Este año voy a provisiona­r algunas golosinas porque en la última Madrugada tuve que comprarlas rápido en una tienda de Pizarro para una hermana que iba un poco mareada. Ese poquito de azúcar a veces viene bien.

¿Es tan organizada en su vida?

– Lo procuro, pero vamos, como todo el mundo... Un Lunes Santo que estábamos repasando los faroles para acompañar a las Batallas, me hizo esa misma pregunta un hermano. Le dije que en casa la nota me la pongo yo, pero a la cofradía, la nota se la ponen en la calle.

– Siempre defiende la figura de los capuchones...

–Fui capuchón y diputada de los hermanos de escolta. Sin hermanos de carga no salen los pasos, pero sin capuchones, las procesione­s están vacías. Poco a poco se recuperan.

¿La anécdota que le sorprendió?

– Aquel Domingo de Ramos que un coche dificultab­a el paso cerca de Santo Domingo, y los hermanos más fuertes llegaron y lo movieron literalmen­te en volandas.

– ¿Cuánto tiempo pasa durante el año sin ir a la casa de hermandad?

–Estoy allí día sí y día también. Siempre le digo a Ricardo (Sagrada Cena), que tampoco falta a Santiago, que tenemos que comprar un piso allí o poner una cama (risas).

– ¿Cuál es su opinión sobre la Semana Santa cacereña?

«En casa, la nota te la pones tú, pero a las cofradías se la ponen en la calle. Hay que esmerarse»

– La veo fenomenal, los jóvenes se mueven. Entiendo su apego a las nuevas cofradías, pero deben recordar que en Cáceres las hay incluso anteriores al descubrimi­ento de América. Existe tiempo para todo, vamos en el mismo barco y las hermandade­s debemos estar unidas.

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JORGE VALIENTE

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