Postsupuestos
Aprobar cada año en tiempo y forma los presupuestos de un ayuntamiento no puede ni debe ser una cuestión baladí. Dice mucho de la capacidad de gestión de quienes están al frente. El presupuesto es un documento que recoge cuánto calcula el gobierno local que se va a ingresar y en qué se va a gastar este dinero público. Lo lógico es aprobarlo antes de que comience el ejercicio al que se refiere. Si no es así, nadie duda de que el ayuntamiento seguirá funcionando, con presupuestos, pero serán los del año anterior, que se prorrogan automáticamente en cuanto se asoma el 1 de enero. Como su nombre indica, son unos cálculos previstos que, seguramente, se han ido modificando a lo largo del año para adecuarlos a situaciones no previstas. Cuánto más tendrán que cambiarse si el ayuntamiento tiene que adecuar unas cuentas viejas a nuevos planes y necesidades de la ciudad.
En el Ayuntamiento de Badajoz no deben verlo así porque, salvo cuando era concejal de Hacienda Nicasio Monterde, nunca se ha aprobado el presupuesto del año siguiente antes de que termine el anterior. Tanto alertó Pedro de que el lobo se acercaba siendo mentira, que cuando el bicho realmente se aproximó, nadie lo creyó. Es lo que ocurre con la credibilidad del gobierno municipal en lo que a presupuestos municipales se refiere. No hay quien se crea que se vayan a aprobar cuando corresponde y empezar el año con los deberes heLa chos. En este ayuntamiento nunca hay pre-supuestos. Siempre son post-supuestos, porque salen adelante cuando el ejercicio ha empezado. En ocasiones, cuando lleva un largo trecho recorrido.
El caso es que siempre arrancan bienintencionados. Cuando se va acercando el final del año, los que mandan aseguran que esta vez no va a pasar y juran y perjuran que el presupuesto del año que se acerca se presentará antes de comer las uvas. El lunes 4 de diciembre, el alcalde, Ignacio Gragera, aseguró que el borrador de los presupuestos estaría listo la semana siguiente. O sea, a mediados de mes. Hay que recordar que en 2023, año electoral, el ayuntamiento no confeccionó nuevos presupuestos, sino se prorrogaron los de 2022, que son los que ahora, en 2024, siguen prorrogados. Es su tercer año por lo tanto. Bien repasados están. Aquel 4 de diciembre, en pleno invierno, Gragera aseguró que las cuentas municipales se estaban «terminando de ajustar» y que su intención era aprobarlas «cuanto antes, porque cada día que pasa, importa». Aunque su prioridad, dijo también, era «hacer unos buenos presupuestos». Teniendo en cuenta aquellas palabras y el tiempo transcurrido desde que las pronunció, los presupuestos que están preparando rozarán la excelencia. El alcalde no adelantó ningún dato. Sólo que serían unas cuentas «ambiciosas».
Diciembre pasó, el año acabó y el Ayuntamiento de Badajoz los presupuestos de 2024 no aprobó.
Empezó el nuevo año y en las semanas transcurridas no se ha vuelto a saber nada. «Estamos trabajando en ello», parafraseó el alcalde como respuesta a la pregunta: ¿Y el presupuesto pa cuándo?. Contestó que se estaban convocando los consejos rectores de todos los organismos autónomos y que la idea era llevar los presupuestos a pleno en marzo. Los motivos del retraso, ni mencionarlos. «Badajoz va bien», le faltó citar. Marzo termina la próxima semana. El pleno ordinario se celebra el Miércoles Santo. No hay margen.
Diciembre pasó, el año 2023 acabó y los presupuestos de 2024 el Ayuntamiento de Badajoz no aprobó
primavera ha llegado. El miércoles pasado ha sido la última vez que les han preguntado por los presupuestos. En esta ocasión, a la portavoz del gobierno local, Gema Cortés, que tampoco ha sabido dar fechas, sólo que será lo antes posible. A estas alturas, nadie duda de que el retraso tiene que ver con la negociación de la subida salarial de los trabajadores municipales, un barco del que ningún empleado público quiere bajarse y que corre el riesgo de hundirse si el aforo se supera. Un aforo que viene marcado en los presupuestos, que en Badajoz volverán a ser postsupuestos.