El sepulcro vacío
Todo preparado para la gran semana de los creyentes cristianos, todo listo para volver a revivir acontecimientos y situaciones que tienen un significado especial para muchas personas. Tronos, capirotes, incienso, dalmáticas, casullas, imágenes, pasos, costaleros, lágrimas, suspiros, jefes de paso… ¿y el tiempo? ¡Ay el tiempo!, todos intentando conocer los avances de las previsiones para saber cómo va a transcurrir su día.
El final de la semana de todo lo que va a suceder se centra en el descubrimiento de algo que es evidente: el sepulcro donde lo habían puesto está abierto y lo que es más importante, está vacío. El que estaba muerto ha resucitado, es evidente. No hay prueba más contundente que esta. El racionalismo del XIX no tuvo piedad a la hora criticar este argumento tan poco convincente. Podrían haber dicho que se lo han llevado, y que lo han puesto en otro sitio, y todo solucionado. Pero no, dicen que han resucitado. ¡Que ingenuos! Claro. pero es que esos racionalistas no tienen en cuenta algo fundamental a la hora de interpretar el hecho, y que cambia toda la visión del mismo, que es verlo con ojos de fe. De aquí y solo desde aquí tiene sentido todo lo que afirmamos.
Antes de llegar al domingo, es evidente que hay que pasar por el viernes, ¿y cómo puedo yo describiros lo que pasó el viernes, sin que los racionalistas se me enfaden, porque de nuevo tengo que acudir a la fe para explicarlo? A ver que os parece de esta manera: ¿Qué tengo yo que me amistad procuras? ¿Qué interés te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno a oscuras? ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras¡ ¡Cuántas veces el ángel me decía: «Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía! ¡Y cuántas, hermosura soberana: «Mañana te abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana!
Bonito ¿verdad?, una obra de arte sublime. Bueno, pues eso es lo que va a suceder el viernes santo. Pero claro, hay saber verlo con ojos de fe, para escribirlo y para vivirlo.
¡Feliz Semana Santa! ¡Feliz Pascua!