Cáceres y su Pasión exocéntrica
Tallas del Medievo e impresionantes imágenes del siglo XXI; procesiones en el centro y en los barrios; hombres y mujeres; jóvenes y adultos; carga a hombro, a costal o a doble hombro... La ciudad ha estabilizado su Semana Mayor más allá del centralismo y
Durante siglos, la Semana Santa cacereña permaneció casi inmutable de la mano de tres antiguas cofradías de la ciudad (Vera Cruz, Soledad y Nazareno) que han transmitido el legado de nuestros antepasados. La labor pastoral, cultural y patrimonial de estas hermandades ha de ser merecidamente alabada y destacada. Con todo, las últimas décadas han constituido diferentes progresos para la estabilización de nuestra Semana Mayor tal y como la conocemos.
El exocentrismo de la Semana Santa está caracterizado por los procesos paralelos de modificación de estructuras y costumbres para celebrar unas procesiones o entender la vida de las cofradías más allá del centralismo y del canon. Lo primero que se nos puede venir a la mente es el hecho de que haya cofradías erigidas canónicamente fuera de la Ciudad Monumental, o cuyas procesiones se desarrollen fuera del recinto amurallado. Como se ha indicado anteriormente, solo tres cofradías del centro de la ciudad sostuvieron la Semana Santa durante largo tiempo, pero han ido naciendo hermandades que se establecen en barrios periféricos que, lógicamente, antes no existían.
Las cofradías de la Humildad o de la Victoria son claros ejemplos de ese afán por llevar el mundo cofrade a los barrios modernos. Al principio, sus procesiones únicamente recorrían las calles de su feligresía, pero desde hace algunos años unen el centro de la ciudad con sus márgenes en unos desfiles procesionales que recorren distancias nada desdeñables. El proceso contrario ha vivido el Humilladero que, aun perteneciendo a un barrio nacido mucho antes, dirigió sus procesiones hacia el centro hasta hace unos sesenta años, momento desde el que únicamente desfila por su barrio.
De las afueras al centro sí mantiene su itinerario el Amparo. El caso del Despojado es distinto, pues ha cambiado de sede canónica hacia un barrio del centro moderno, volviendo en su procesión al centro histórico para realizar su estación de penitencia. También hemos tenido cofradías que durante mucho tiempo partieron del centro histórico para acercarse al moderno, como las Batallas o la Expiración. Las salidas y entradas
al centro histórico constituyen una preocupación de las cofradías por evangelizar todos los puntos posibles de la ciudad, en un proceso de transgredir los límites de la Ciudad Monumental.
Pero el exocentrismo de la Semana Santa cacereña es mucho más que unos recorridos que salen del centro o que no llegan a él. Es uno de los rasgos de su evolución, ahora y en los tiempos pretéritos. Le pertenecen todos los cambios e iniciativas que implican actualización, ruptura o enriquecimiento, por eso hemos de centrarnos también en otros aspectos.
EL PRIMERO AL
que nos vamos a referir es al patrimonial. Cáceres cuenta con maravillosas tallas de hace siglos —como el Cristo Negro— que hacen las delicias de los turistas y que apuntalan una imaginería única para nuestra celebración religiosa. Sin embargo, con el paso del tiempo, y hasta la actualidad, se han ido incorporando imágenes a ese patrimonio que constituyen ejemplos impresionantes de calidad artística. La relevancia no radicará, pues, solo en la antigüedad de sus tallas, sino en los pasos de misterio que se están conformando, como la Salud, o que ya han culminado y son modelos excepcionales de belleza, como la Sagrada Cena, que finalizó su paso en pocos años si lo comparamos con el tiempo al que está llamado a existir una cofradía.
En el sentido de alejarse de lo canónico, otro techo que se superó hace ya más de una década es el del modelo de carga. Si tradi
cionalmente los pasos en Cáceres se han llevado y se llevan a hombros, el costal se introdujo en nuestra Semana Santa y hoy ha demostrado que convive en sintonía con el estilo tradicional e, incluso, con ese doble hombro que ya también ofrece nuestra Pasión. Así, la introducción de elementos rupturistas que suponen renovaciones de una secular celebración religiosa posibilita su acomodo a los nuevos tiempos y su vigencia. Los nacimientos de los Ramos hace ya décadas o de Jesús Condenado en nuestro siglo, supusieron nuevos aires para la Semana Santa, nuevas ilusiones. Así, salirse de lo que siempre se ha hecho, de lo central, de lo canónico, facilita la supervivencia de la celebración por su capacidad para remodelarse a sí misma y ofrecer aires nuevos.
Durante algún tiempo, especialmente los dos primeros tercios del siglo XX, las hermandades estuvieron gestionadas y lideradas por cofrades veteranos. Nuevamente la Semana Santa se ha orientado hacia los márgenes, pues desde hace ya años los jóvenes cofrades no solo muestran sus inquietudes y sus proyectos, sino que se han integrado plenamente en sus juntas de gobierno e, incluso, en los máximos puestos de responsabilidad. La presencia de los cofrades de menor edad es un símbolo de la pujanza de la Pasión.
Cofradías como los Estudiantes o el Amor, además, desarrollan una importantísima labor de catequización y acercamiento de los niños y jóvenes al mundo cofrade desde los centros educativos. Precisamente los jóvenes cofrades han guiado, en la mayoría de los casos,
el surgimiento de nuevas cofradías en la ciudad. O la buena salud de la Semana Santa o las inquietudes de sus fundadores están detrás de la erección de las nuevas hermandades, cuyo número se ha multiplicado en los últimos tiempos en comparación con las cofradías que habían mantenido la Semana Santa durante siglos. Nueve de las diecisiete cofradías han nacido en los últimos treinta y cinco años. No olvidemos, como ha señalado la historiografía local cacereña, que en siglos pasados también existió un número elevado de cofradías, aunque estas no participaban en la Semana Santa.
En el mismo sentido debe orientarse la presencia de las mujeres en un mundo en el que tradicionalmente los hombres eran más visibles. Este apartamiento de lo que había sido lo nuclear o canónico en la Semana Santa cacereña durante mucho tiempo es un ejemplo de la apertura, la renovación y el carácter inclusivo de nuestra celebración.
En definitiva, la Semana Santa de Cáceres se caracteriza por el exocentrismo, porque este rasgo ha definido desde siempre su evolución y supervivencia. La deconstrucción del centralismo o los procesos para incorporar nuevas realidades a las ya conocidas, han permitido a esta relevante manifestación de fe católica mantenerse a lo largo de los siglos y presentarse hoy como una expresión del pueblo con absoluta vigencia.