El López de Ayala muestra sus secretos
El consorcio llevó a cabo una visita escenificada por el edificio para dar a conocer todos sus rincones
Eran las 11.50 horas de la mañana de ayer y ya había gente esperando en la plaza de San Francisco para entrar al Teatro López de Ayala. ¡Por la otra puerta, por la del lateral!, le decía Juan a su mujer mientras se resguardaban bajo el techado de la entrada principal por la lluvia. Es la primera vez que vienen a una visita guiada en este edificio y la acogieron con mucha ilusión: «Estas cosas tienen que hacerlas más. Es bonito conocer nuestros edificios por dentro y en profundidad».
El Teatro López de Ayala celebró ayer el Día Internacional del Teatro con una experiencia única: una visita guiada teatralizada. Actores de la compañía extremeña `El Avispero Producciones' llevaron a los visitantes a un recorrido por los entresijos de este edificio cultural, mostrando sus rincones y secretos mejor guardados.
La encargada de guiar a los visitantes fue la jefa de prensa del López de Ayala, Ana González. Empezando en la parte trasera del escenario, una actriz con máscara, en un primer momento estatua, despertó eufóricamente buscando al `vengador de rojo'. Acompañando en la trayectoria a los visitantes, aseguró buscar venganza por haber sido perturbada.
Mientras el recorrido avanzaba, Ana González hizo un repaso histórico del Teatro López de Ayala. «Estamos en un edificio superviviente con muchas anécdotas. Ha conseguido sobrevivir incluso a una bomba».
La visita se desarrolló desde la chácena (espacio rectangular detrás del escenario) al foso, la zona más subterránea y tétrica del teatro. En este espacio, lleno de lámel
paras de papel adornadas de diversas maneras, habita un fantasma. La luz se apagó y el espíritu se hizo ver, de la mano de uno de los actores de `El Avispero', contando
la historia de Federico, un intérprete que deambula por el edificio buscando la inspiración.
La siguiente parada fue una de las salas principales del edificio y patio de butacas acogió el final del recorrido. «Si miramos hacia arriba, podemos ver lo que antes se conocía como el gallinero», detalló Ana González. En este espacio se apiñaban hombres y mujeres que pagaban un precio más económico por asistir a las obras teatrales. «Pisoteaban el suelo y escupían a la gente que se sentaba en los palcos». Las personas con mayor poder adquisitivo llevaban asiduamente braseros al edificio. Con ellos se protegían del frío o asaban castañas.
En este espacio de la visita llegó el colofón del recorrido: el escenario levantó su telón para dar paso a una actuación de contorsionismo acompañada de una versión lírica de `Creep' de Radiohead.
Para finalizar, Paloma Morcillo, junto al personal del Teatro López de Ayala, leyó un manifiesto del dramaturgo noruego Jon Fosse. En la lectura, agradeció a los más de 150.000 espectadores que acuden a disfrutar de las funciones teatrales anualmente: «No seríamos nada sin ustedes, sois los que hacéis grande este espacio».