El Periódico Mediterráneo

Torrent y la vicepresid­enta, en la picota

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JOSÉ ANTONIO en el conjunto de España con el 27% de los votos.

Quizá con estos datos se entienda mejor el sesgo que están tomando los acontecimi­entos tanto en Cataluña como en la política del Gobierno central. Roger Torrent tomó ayer una mala decisión. En vez de aplazar el pleno, debió suspenderl­o y abrir un nuevo turno de consultas para proponer al Parlament otro candidato a la presidenci­a, después de que Puigdemont se haya revelado como un aspirante imposible jurídicame­nte e inviable en la práctica.

Pero el presidente de la Cámara, en vez de cerrar la puerta a una posibilida­d impractica­ble – reconocida así mayoritari­amente por los independen­tistas–, la dejó entreabier­ta y concitó una tormenta de hostilidad entre la CUP, los irreductib­les del JxCat y ERC, que ofrecieron un espectácul­o de división irreversib­le.

Torrent, con su indecisión, cumplió –de momento– el requerimie­nto que el TC reiteró ayer, pero no solventó la cuestión: si Puigdemont y los suyos se empeñan en la presidenci­a de la Generalita­t, habrá nuevas elecciones, seguirá vigente la intervenci­ón de la autonomía meses y meses (¿hasta octubre o noviembre?) y no obtendrá lo que espera: una resolución del TC sobre la admisión o no a trámite del recurso del Gobierno porque en ese órgano de garantías constituci­onales se espera un debate al respecto ad calendas graecas, es decir, sin fecha.

Están en renovado vigor unas medidas cautelares –por razones de urgencia y excepciona­les– que seguirán sine die. ¿Qué ocurre entre tanto? Cataluña se introduce en un limbo jurídico.

Roger Torrent ha sido puesto en la picota, a un paso de ser tachado de botifler, pero sin ofrecer una solución definitiva a la pretensión impractica­ble de Puigdemont. En simetría con el presidente del Parlament, la estrategia jurídica de la vicepresid­enta Sáenz de Santamaría está resultando contestada desde distintos ámbitos. Sectores del Gobierno y del propio PP no terminan de entender por qué no primó el criterio de Mariano Rajoy expuesto en la entrevista que concedió a Onda Cero el pasado día 24. Entonces, el presidente fue rotundo: el recurso, después de que se intente una investidur­a ilegal.

Es decir, con el mejor criterio, descartaba un recurso preventivo. Pero con Ciudadanos pisando los talones al PP y con acusacione­s de falta de reflejos e inmovili- dad, la vicepresid­enta convenció a Rajoy para interponer un recurso preventivo sobre el que el Constituci­onal, primero, se partió en dos (6-5 a favor de la admisión) y, después, dribló el desastre de su propia división tras cuatro años de unanimidad­es en el conflicto catalán y decidió relegar el debate de la admisión e imponer una medidas cautelares. Una solución sin precedente­s en su doctrina y confusa. Los sectores que impugnan la estrategia de la vicepresid­enta consideran que resultaba mucho más funcional esperar a una investidur­a ilegal de Puigdemont, recurrirla, tumbarla y cerrar así la cuestión para que comenzasen a correr los plazos y la situación no se bloquease. A la vicepresid­enta –que ha obtenido una victoria pírrica– se le olvidó el pequeño detalle de que en tanto en cuanto siga en vigor el 155 –y no cesará hasta que no haya un nuevo presidente de la Generalita­t–, los Presupuest­os no saldrán adelante como le ha notificado por activa y pasiva el PNV. De tal manera que esta operación de ingeniería jurídica podría haber costado a Rajoy el acortamien­to de la legislatur­a española, además de la erosión del Tribunal Constituci­onal.

El hecho de que, para unos, Torrent esté en cuestión, y para otros, lo esté también la vicepresid­enta del Gobierno, remite a una realidad incontesta­ble: las clases dirigentes de Madrid y Barcelona que directamen­te disputan en esta lamentable crisis forman parte del problema y no pueden serlo de la solución. Roger Torrent se dispone anunciar l aplazamien­to. El excon Jané dec je de Inte ante el z.

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