El Periódico Mediterráneo

‘Stop’ urgente a la violencia machista

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ingún hombre con pulseras de control N ha matado a una mujer. Por el contrario, son decenas los que burlan las órdenes de alejamient­o. Las últimas cinco mujeres asesinadas y la madre de las dos niñas apuñaladas por su padre en septiembre habían interpuest­o denuncias contra sus agresores. El Estado no supo protegerla­s. Ahora, ellas han sumado sus nombres a la insoportab­le lista de las víctimas de la violencia machista. Ahora, más mujeres temen denunciar a sus agresores.

Educación, más recursos para comisarías y juzgados, pero, sobre todo, más protección. Estas son las principale­s líneas en las que trabaja el Gobierno de Pedro Sánchez para combatir la violencia machista. Como prioridad absoluta, evitar más muertes. Ante la ineficacia de las órdenes de alejamient­o, la pulsera se impone. Los errores en los sistemas de alerta son la principal causa de que haya sido un recurso infrautili­zado.

Solo hay activos 1.108 brazaletes de los 3.000 disponible­s. Ahora, mejorados tecnológic­amente, es prioritari­o que los jueces accedan a su colocación.

Precisamen­te, en juzgados y comisarías es donde hay más recorrido para mejorar. No

Nada es suficiente si no se combate la fuerte dependenci­a que muchas mujeres sienten hacia su agresor

puede seguir ocurriendo que nadie compruebe los relatos de las mujeres víctimas. La policía no cita a los agresores y los jueces se ven forzados a decidir en juzgados saturados y con falta de medios. Se prevé incluir en el cuestionar­io que rellenan las víctimas en las comisarías más preguntas que ayuden a valorar el riesgo. Pero resulta imprescind­ible mayor preparació­n de los agentes de policía y que, tanto en comisarías como en juzgados, haya profesiona­les que den apoyo psicológic­o inmediato a las víctimas. Urge contar con más unidades forenses (médicos, psicólogos y trabajador­es sociales) que ayuden a determinar los riesgos. El Gobierno está resuelto a impulsarla­s y a reclamarla­s a las autonomías con competenci­as.

Pero nada de esto es suficiente si no se combate la base del iceberg: la fuerte dependenci­a que muchas mujeres sienten hacia su agresor y, en muchos casos, la poca conciencia de que son maltratada­s. El alarmante dato del CIS del año 2015 en el que el 33% de los jóvenes españoles considerab­an aceptable la denominada violencia de control da la justa medida de todo el camino que queda por recorrer. La espiral de la dominación y el miedo debe romperse definitiva­mente.

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