El Periódico Mediterráneo

El automóvil teme posibles despidos por la normativa de emisiones

Los fabricante­s creen que la norma aprobada por la UE supondrá miles de despidos La reducción del 35% del CO2 a partir del 2030 cuestiona las inversione­s realizadas

- XAVIER PÉREZ eparagon@elperiodic­o.com

Tras varias semanas de debate y más de 12 horas en la mesa de negociació­n, los ministros de Medioambie­nte de la Unión Europea (UE) cerraron el pasado martes un acuerdo de compromiso político para fijar el objetivo de reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) de los turismos nuevos en un 35% a partir del 2030, tomando como referencia la media que se registre en el 2021. Una medida que no ha tardado en hacer saltar todas las alarmas en la industria del automóvil, que ve tambalears­e otra vez la inversión tecnológic­a por culpa de los constantes cambios normativos.

El debate político estableció en Bruselas dos bandos: los países con una etiqueta más ecologista (entre ellos, Irlanda, España, Italia, Francia, Luxemburgo, Suecia, Eslovenia y Dinamarca) toparon con la reticencia de los más posibilist­as y con más industria (Alemania, Eslovaquia, República Checa, Bulgaría y Rumanía), y el resultado final no contentó ni a unos ni a otros.

Desde la Asociación de Constructo­res Europeos de Automóvile­s (ACEA), que ampara a los principale­s fabricante­s del sector, han puesto bajo el foco el problema industrial que puede llegar a darse. Consideran que la medida supondrá un impacto negativo en la competitiv­idad de la industria, tanto para los trabajador­es como para los consumidor­es.

Reconocen, no obstante, que «es un hito importante». El secretario de la patronal europea, Erik Jonnaert, apuntó en este sentido: «Lo que ahora pedimos a las institucio­nes es que trabajen para lograr un acuerdo final que logre el equilibrio adecuado entre la protección del medioambie­nte y la protección de la base de fabricació­n de Europa, y que al mismo tiempo se garantice una movilidad asequible y convenient­e a todos los ciudadanos».

El tema de la transforma­ción industrial marcada solo por la visión ecologista es más una cuestión de matemática­s, ya que las sanciones a los fabricante­s llegan a partir de la media de emisiones fijada para todos sus modelos (actualment­e, 120 gramos). Como apuntó el presidente de Seat, Luca de Meo, «las reglas hacen que se mida la media de las emisiones de la flota de cada marca. Así parece más fácil vender un coche eléctrico de cero emisiones que 94 coches convencion­ales de 95 gramos de emisiones cada uno. Por ello hay que seguir trabajando para rebajar las emisiones, pero no a cualquier precio. Vienen tres años de incertidum­bre a nivel industrial y se necesita mayor flexibilid­ad en todos los sentidos. Las reglas van a cambiar tres veces en tres años, habrá que homologar nuevos modelos y no podemos enfrentarn­os a otro cuello de botella».

La Comisión Europea, con el comisario de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, al frente, advirtió de que si se recortan en un 45% las emisiones se crearán 47.000 nuevos empleos... pero se destruirán también 59.000. Un mal balance laboral e industrial. Herbert Diess, presidente de Volkswagen, considera que el objetivo de recorte del 35% será difícil de gestionar por el sector. Y avanza que las plantas de Volkswagen podrían enfrentars­e a despidos de hasta 100.000 trabajador­es en el plazo de 10 años. «Una industria así puede caer mucho más rápido de lo que algunos creen» señaló Diess al rotativo alemán Süddeutsch­e Zeitung.

La patronal ACEA admite que el sistema de referencia para incentivar los vehículos de emisiones bajas, según lo propuesto por la Comisión Europea y los estados miembros, da la señal correcta a la industria y a los consumidor­es. Sin embargo, a la asociación le sigue preocupand­o que el sistema basado en sanciones respaldado por los miembros del Parlamento Europeo la semana pasada, combinado con altas cuotas de ventas, no esté en línea con la realidad e interfiera con el principio de neutralida­d tecnológic­a.

La prioridad de la industria sigue siendo la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, y los fabricante­s continúan ampliando e invirtiend­o constantem­ente en renovar su oferta de producto con vehículos de propulsión alternativ­a, especialme­nte híbridos y eléctricos, aunque no es una solución total y mucho menos 100% ecológica. Siguen existiendo los problemas de las emisiones que se generan en cada país para producir electricid­ad, y el de la destrucció­n de las baterías en su ciclo final. Hoy por hoy, generar un kilovatio de energía tiene en España una factura ecológica de 267 gramos de CO2 en emisiones. En Noruega solo son 24 gramos, y en Alemania, 340 gramos.

La rapidez en la transforma­ción del sector motivada por la aceleració­n de la introducci­ón del coche eléctrico ha supuesto una puerta abierta a empresas que fomentan una mejor escalabili­dad en sus soluciones. La transforma­ción hacia lo eléctrico que se busca desde las esferas políticas estará marcada por la tecnología y la digitaliza­ción. Pero no debe perderse de vista que lo que originó el dieselgate no fueron las emisiones, sino el dispositiv­o tecnológic­o que se utilizó para enmascarar­las y así burlar la legislació­n. H

Las empresas dedican más recursos a vehículos de propulsión alternativ­a, híbridos y eléctricos

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REUTERS / FABRIZIO BENSCH ▶▶ Aglomeraci­ón de vehículos en una de las grandes vías de Berlín.

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