Israel se encierra de nuevo entre el descontento generalizado
Israel inició ayer un segundo confinamiento nacional ante el descontento de la mayoría de la población por la gestión gubernamental de la pandemia y su desconfianza por un cierre lleno de excepciones que volverá a perjudicar la economía. Durante la mañana de ayer, las calles de ciudades como Jerusalén o Tel Aviv seguían aún llenas de gente pero, por la tarde, el aspecto de la vía pública cambió y pasó a estar marcado por la presencia de la Policía, la mayor parte de negocios cerraron y la ciudadanía comenzó un confinamiento que buscará contener la segunda ola de covid-19, sin tregua en Israel y con cifras de contagio de las más altas del mundo.
Entre las restricciones, la población no puede desplazarse más allá de un kilómetro de sus casas, y se prohíbe visitar a otras personas en sus domicilios. Las reuniones quedan limitadas a diez personas en espacio abierto y veinte en exterior. Centros comerciales, hoteles, gimnasios o bares y restaurantes deben cerrar, igual que los negocios no esenciales. Los colegios se mantienen también clausurados. Oficinas e instituciones públicas trabajarán al 50% de su capacidad, y cerrarán la atención presencial al público.
Sin embargo, este confinamiento permite hacer deporte al aire libre sin límites de distancia, el transporte público funcionará en formato reducido, y se puede ir a trabajar si se respetan las limitaciones de aforo en puestos laborales.
El segundo confinamiento coincide con la reciente firma de los Acuerdos de Abraham entre Israel, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin. Motivo por el cual decenas de personas se manifestaron ayer en Manama, la capital de Baréin, y en otras localidades del país. Las protestas se fueron repitiendo en medio de un fuerte despliegue policial, sin que se registraran incidentes.
Esta semana se han repetido protestas en Baréin, convocadas por la disuelta oposición chií, que abrió una grieta en el consenso árabe respecto a cómo avanzar hacia un Estado palestino independiente.
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