Cataluña sopesa aplazar sus elecciones
El viernes tomarán la decisión, en virtud del coronavirus
«Todo el mundo lo piensa pero nadie se atreve a asumir la responsabilidad de la decisión». Así resume un cargo institucional la decisión que han de tomar los partidos y el Govern sobre si posponer las elecciones del 14 de febrero debido al empeoramiento de los datos sobre la pandemia. Hoy por hoy, a la espera de la reunión definitiva del viernes, solo el PSC es abiertamente partidario de no cambiar los planes. El resto, incluida ERC, se mueven ya claramente en el terreno de la posibilidad de posponer la cita, con la vista puesta en la situación epidemiológica.
Pero oficialmente nadie se abona todavía a la propuesta de cambiar la fecha. Se limitan a preparar el terreno. De ahí lo dicho ayer por la consejera de Presidencia Meritxell Budó.
Budó apuntó que se debe «tomar una decisión que evite poner en riesgo a la población del país y
sobre todo a los colectivos más vulnerables que son población de riesgo, sanitariamente hablando». Este fue uno de los indicios de que la suspensión es un hecho probable. Otra muestra: la situación de la pandemia es «grave» y, según Budó, el hecho de que ayer se registraran 7.000 positivos más que el lunes, y la evidencia de que ya no se pueda conocer el origen de todos los casos ni detectar a todos los positivos, dibujan una situación «grave» que «nos tienen que hacer reflexionar».
Pero la tesis general es la de la prudencia. Ningún partido quiere ponerle el cascabel al gato. Se vio en la reunión del lunes, en la que se barajaron todos los escenarios sin decisión definitiva, pese al pesimista informe de previsiones que Salud ofreció en esa cita. Nadie fue categórico y se desplazó la decisión definitiva a el viernes.
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