La provincia vive un Sant Antoni marcado por el covid
Los festejos invernales en honor al santo constituyen una manifestación ancestral La suspensión de las hogueras en algunas localidades no se producía desde 1946
Sin duda, una de las fiestas más populares en la Comunitat Valenciana la constituye la celebración dedicada a Sant Antoni del Porquet o Abad en estas fechas. Hoy, precisamente, a estas horas, en otros años y desde siglos atrás, un camino ígneo recorría la mayoría de nuestras comarcas, para ofrecer a las poblaciones una manifestación ancestral tan singular, con tan honda significación de religiosidad popular y con especial muestra de entrañable sabor etnológico.
CIRCUNSTANCIAS ÚNICAS
Las condiciones tan aciagas que coinciden en estos momentos --la pandemia y la climatología-- han desbaratado tan magno y típico acontecimiento. Ilusiones, proyectos y esperanzas festivas han desaparecido del mapa provincial y la celebración, cálida por excelencia, se ha convertido en fría y desangelada.
La nieve caída en Els Ports, sobre todo en Morella y Forcall, y el frío en otras localidades, aliados con el virus, ha imposibilitado la Santantonà, reducida a su aspecto exclusivamente religioso y restringido a la misa en honor del santo.
Casi todas las poblaciones se han visto obligadas a suspender los actos generales en espera de que el año próximo las circunstancias sean benévolas y, como la mítica ave fénix, renazcan de sus cenizas para ofrecer un extraordinario espectáculo festivo, valga la paradoja.
PRECEDENTE
Resultan infrecuentes estas circunstancias, si bien en Borriol, por ejemplo, hay que remontarse al año 1946, siendo mayoral Vicente Vicent Carda, cuando la insólita nevada privó de la monumental hoguera a la población, que, no obstante, celebró la fiesta diez días después.
La nieve, que empezó a caer en la plaça del Pou, donde se sitúa la hoguera, alcanzó allí los treinta centímetros, pero, poco más tarde, en la calle de Sant Vicent se elevó a medio metro. Una intensa nevada, la mayor conocida en la población.
RAÍCES ANCESTRALES
La fiesta de Sant Antoni, aparte de la dedicatoria al santo anacoreta, contiene en su seno un número apasionante de ancestrales raíces, que nos recuerdan los festivales ígneos de la antigüedad, como los cultos solares, sin afirmar taxativamente las llamadas supervivencias, pero sí semejanzas con ellas.
Es un cúmulo de actos que aparecen en el desarrollo de la fiesta y cuyo entramado sociológico resulta también interesante, como recordatorio de los carnavales más antiguos. Nuestra provincia constituye una variada muestra en la que demonios, santos y caballerías se unen a personajes míticos y rituales antiguos ofreciendo un especial recuerdo de ellos mediante cantos y danzas de excelente calidad.
PRESENTE Y FUTURO
Este año, pues, nos tenemos que conformar con el recuerdo entrañable de Sant Antoni, con algún acto religioso, restringido, mientras que los animales de labor, las cofradías y el público tendrán que esperar un tiempo para volver a calentarse con el fuego purificador sanantoniano y con todo lo que la fiesta tan singular conlleva. Paciencia y resignación.
Casi todas las poblaciones se han visto obligadas a suspender los actos que sirven de homenaje al patrón de los animales, con la esperanza de que el año próximo sea más benévolo