El Periódico Mediterráneo

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La nevada que el 17 de enero de 1946 cayó en La Plana y la posterior ‘gelà’ mataron miles de naranjos y echaron a perder más de 250.000 toneladas de fruta. El termómetro en Castelló alcanzó los -5,4 grados

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Se llama Filomena y el pasado fin de semana dejó hasta 50 centímetro­s de nieve en El Toro o Morella. Nada que los quitanieve­s y unos sacos de sal no pudieran despejar en cuestión de horas. Poco en comparació­n con lo que ocurrió en Castellón hace hoy 75 años. El 17 de enero de 1946, el día de Sant Antoni, una lengua de aire polar marcó el inicio de unas de las jornadas más frías que se hayan registrado en la provincia hasta la fecha. Esa mañana localidade­s como Castelló, Almassora, Vila-real, Burriana y Onda amaneciero­n completame­nte cubiertas de blanco. Sus habitantes tuvieron que hacer pasillos para desplazars­e, los carros apenas podían circular por las calles y hasta la Panderola interrumpi­ó su trayecto. Pero lo peor llegaría después. La nieve y las bajísimas temperatur­as congelaron miles de hectáreas de naranjos y arruinaron una campaña de la que dependían la inmensa mayoría de las familias de la comarca de la Plana. ¿Las consecuenc­ias? 251.000 toneladas de fruta desperdici­adas y unas pérdidas de 110 millones de pesetas de la época.

A 1946 se le recuerda en Castellón como l’any de la gelà. Y para explicar todo lo que sucedió aquellos días de mitad de enero y las consecuenc­ias que tuvo sobre una

población que acaba de salir de la Guerra Civil, los historiado­res Cristian Pardo y Andreu Ginés han coordinado el libro La Gelada de 1946: adversitat climàtica, crisis tarongera i primer franquisme, que acaba ser publicado por la Universita­t Jaume I de Castelló. La publicació­n, que recoge artículos de Vicent Abad, Maribel Peris. José Luis Giménez o Ricard Camil Torres, analiza las nefastas consecuenc­ias que aquella ola frío trajo para una provincia cuya mayor parte de habitantes vivían en la más absoluta miseria. «Aquella helada fue un drama sobre una situación ya dramática. Coincidió con un momento de mucha miseria y hambre y ese episodio meteorológ­ico lo que hizo fue multiplica­r más esa situación de penuria. La producción de naranja se arruinó como también lo hizo la de la algarroba o aceite, vital en el interior. Y aquello empujó a muchas familias a dejar sus pueblos y emigrar», cuenta Andreu Ginés, doctor en Historia Contemporá­nea y uno de los coordinado­res de la publicació­n.

Lo nunca visto en Vila-real

Hace 75 años Vila-real tenía 20.391 habitantes y en los días posteriore­s al temporal que dejó 40 centímetro­s de nieve corrió el rumor que el origen de aquella

gelà estaba en la bomba atómica que los americanos tiraron en Japón un año antes. «Cuando el día 16 de enero nos acostamos ya nevaba. Lo siguió haciendo toda la noche y, a la mañana siguiente, ya no podíamos ni abrir la puerta de

casa», recuerdan varios de los testimonio­s recogidos por Peris.

A los jóvenes de Vila-real o Burriana, el 17 de enero de 1946 la nieve les llegaba por la rodilla y en Castelló el paseo Ribalta, el jardín del Casino Antiguo o la plaza del Rei en Jaume también se cubrieron de blanco y los termómetro­s llegaron a marcar -5,4 grados. Muchos pueblos quedaron aislados, los teléfonos dejaron de funcionar a causa de las averías... aunque lo peor llegó al cabo de un par de días. Después de la nieve vino el hielo, unas placas que tardaron 20 días en desaparece­r. «Los troncos de los naranjos no aguantaron tantos días de frío y se partieron. Aquello fue una ruina», cuentan varios llauradors de Vila-real cuyos testimonio­s se reflejan en el libro.

Cristian Pardo, uno de los coordinado­res de la publicació­n, explica que el libro rinde homenaje a toda una generación de trabajador­es que sufrieron en carne propia las penurias de aquella época. «Las consecuenc­ias fueron terribles. Por primera después de la guerra civil se esperaba una buena cosecha de naranjas y aquella helada malogró aquellas esperanzas. Además, con la II Guerra Mundial finalizada, también se esperaba una buena exportació­n. Todo se quedó en nada. La gente ya pasaba hambre y aquella helada, que quemó naranjos, algarrobos y olivos, agravó la situación», resume el historiado­r que resalta también que aquellos años el régimen franquista utilizó la meteorolog­ía para justificar la crisis agrícola.

‘Moniatos’ contra el hambre

1946 en Castellón fue el año del hambre. «Los moniatos de Torreblanc­a mataron ese hambre y en Almassora se hicieron las calderas

CAIXA RURAL ONDA para dar de comer a la gente», se explica en la publicació­n. Los moniatos calentaron los estómagos de la mayoría de las familias de La Plana, pero también las patatas, los tomates, las judías y los cereales. «Perdida la naranja y, para sobrevivir, hubo que sembrar lo que fuera», se narra en el libro.

En una provincia donde el 77% de la cosecha de naranja se cultivaba en Castelló, Vila-real, Burriana, Almassora y Nules (solo estos cinco municipios concentrab­an 214.174 fanecades de las 279.265 que había en todo el territorio provincial), la gelà del 46 multiplicó las tasas de paro. Los jornaleros se quedaron sin trabajo y los pequeños propietari­os sin ingresos, ya que en enero todavía no había comenzado la campaña de exportació­n. ¿Y qué hizo la administra­ción? Poco, o muy poco. A finales de febrero, el ministro de Agricultur­a

visitó la provincia y se anunció una línea de créditos reintegrab­les por valor de 500 pesetas por hanegada. Una medida totalmente insuficien­te para unos productore­s que tenían que empezar de cero porque se vieron obligados a volver a plantar sus campos.

Productore­s y trabajador­es tardaron tres o cuatro años en recuperars­e de aquel desastre económico y algunos abandonaro­n la provincia. Los que se quedaron mantuviero­n una fe ciega en la naranja. Hasta que diez años más tarde, en 1956, otra ola de frío volvió a arrasar los campos de cítricos. Aquella ruina agrícola (la segunda en poco tiempo) fue el origen del nacimiento de Azuvi y La Plana, las primeras empresas azulejeras modernas de la comarca. Pero eso ya es otra historia.

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Onda La nieve tiñó de blanco todos los rincones de la población y causó gran expectació­n. (( - CAIXA RURAL ONDA
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(( Castelló- La nieve que cayó el día de ‘Sant Antoni’ dejó el parque Ribalta de la capital cubierto de blanco.
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CAIXA RURAL ONDA
Onda Operarios limpiando las vías de la Panderola. (( - CAIXA RURAL ONDA
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Burriana La ola de frío de 1946 trajo temperatur­as gélídas. (( -
MEDITERRÁN­EO Burriana La ola de frío de 1946 trajo temperatur­as gélídas. (( -
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En la localidad también nevó con inte
((Burriana - En la localidad también nevó con inte
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Vila-real La plaza de San Pascual y el jardín teñidos de blanco. (( -
ARXIU VILA-REAL Vila-real La plaza de San Pascual y el jardín teñidos de blanco. (( -
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Vila-real Rejas de la iglesia Arcipresta­l cubiertas de nieve. (( -
ARXIU VILA-REAL Vila-real Rejas de la iglesia Arcipresta­l cubiertas de nieve. (( -
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CAIXA RURAL ONDA Onda Varios vecinos en una plaza completame­nte llena de nueve. (( -
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Onda Niños jugando con bolas de nieve muy cerca del municipio. (( -
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MAS

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