El horizonte de la inmunidad
Editorial
Cuando ya han pasado tres semanas desde el 27 de diciembre en que se inyectó la primera dosis de vacuna contra el covid en España, la realidad sigue contradiciendo las ilusiones más infundadas o las expectativas demasiado optimistas. Una realidad definida por las cifras que han convertido este fin de semana en el más negativo desde que los contagios de diagnostican y contabilizan con una razonable fiabilidad --84.287 contagios y 455 muertos desde el pasado viernes-- y por las diversas dificultades que se han ido presentando durante la puesta en marcha de un programa de vacunación de dimensiones inéditas. Durante la primera semana fueron las imprevisiones que dejaron con el pie cambiado a las autoridades sanitarias de varias comunidades, con dispositivos que aún no tenían ni la organización ni los recursos humanos necesarios. Después fue la propia dificultad del operativo, especialmente en su primera fase, que pasa por acudir una a una a las residencias de ancianos para inmunizar al colectivo en mayor riesgo. Finalmente, el retraso, al parecer más breve de lo anunciado en un principio, de la llegada de vacunas.
Aunque entre responsables políticos de las distintas administraciones sanitarias no dejen de intercambiarse algunas declaraciones en tono de reproche sobre las respectivas responsabilidades, las cifras --1.139.400 dosis entregadas a las autonomías, 897.942 administradas, un porcentaje que va del 52% del País Vasco, que ha preferido asegurar reservas para la segunda inoculación, al 98% de Cana